Bañarse a la luz de la luna
Piscinas municipales y discotecas de moda ofrecen la posibilidad de un baño nocturno
Si la búsqueda de un lugar en el que darse un baño se convierte a veces en una odisea para los madrileños, encontrar un sitio donde tomar un baño nocturno es poco menos que un sueño irrealizable. Sólo algunas piscinas municipales llevan dos veranos probando suerte con fiestas nocturnas, de acogida multitudinaria. En las discotecas al aire libre la presencia de la piscina parece más bien un ornamento del escenario veraniego.
Colarse en una piscina privada y violar sus tranquilas aguas bajo el escudo protector de la noche es una tentación que muchos madrileños no han podido resistir. El calor de las noches de julio y agosto se pega al cuerpo como una lapa, y la mínima oportunidad de combatirlo con un chapuzón obliga a colgar el cartel de no hay entradas.A medianoche del pasado sábado, las puertas de la piscina municipal de San Juan Bautista se cerraron a cal y canto. Los. organizadores de la fiesta nocturna gritaban: "No Cabe nadie más". La gente que formaba cola a la entrada se resistía a creer que el recinto estuviera lleno, pero lo cierto es que dentro había más de 800 personas. A la recaudación de la noche le faltó poco para alcanzar la taquilla de todo el día. El precio era el mismo: 200 pesetas.
"Yo me apuntaba a esto todos los días", comentaba Jesús García, de 18 años, sentado en medio de un grupo de jóvenes que parecían ver en la oscuridad. "De momento no hemos ligado, pero a estas horas es todo un regalo para la vista", añadía, refiriéndose a las candidatas que se preparaban para el concurso de Miss Cristal.
El locutor de: Radio Cristal, que retransmitía en directo los pormenores de la fiesta, animaba insistentemente a los jóvenes a inscribirse en los concursos para la elección de miss y mister. A las 23.30, el bordillo de la piscina se convirtió en una. pasarela improvisada por la que desfilaron con torpeza los, 50 aspirantes, que soportaron una ducha de aplausos y pitidos.
Cine y sangría
Lejos de la piscina y de la pista de baile contigua, poco más de 15 espectadores contemplaban incrédulos la afición desmedida por los tortazos que exhibían las reclusas de la película La jungla de hierro, en la pantalla gigante de vídeo. A escasos metros, el bar ofrecía la posibilidad de ahogar la sed en un vaso de sangría o de probar un discreto canapé de caviar al precio de 75 pesetas.
Para Joaquín Ruiz, subencargado de la piscina. de San Juan Bautista, la afluencia de público desbordó todas las previsiones. Era la segunda fiesta que acogía esta instalación y la penúltima de la temporada. Otras piscinas, como las de Orcasitas, Villarrosa, Francos Rodríguez o La Mina, han abierto sus puertas por la noche para celebrar fiestas nocturnas o proyectar cine al aire libre.
La música continuó hasta las dos de la madrugada. A esa hora había todavía bañistas intrépidos de todas las edades. A José y Rosa, que se hacían la idea de que estaban aún en Ibiza, poco parecía importarles los escarceos nocturnos de sus hijas, de 13 y 15 años. La panda de Jesús García apuraba hasta la última gota: "Ahora, a esperar que hagan otra fiesta, porque uno se cansa de ir todas las noches de discoteca y de colarse de extranjis en una piscina particular".
Varios kilómetros de distancia y más de 75 metros de altura se paran la piscina de San Juan Bautista de la que se encuentra situada en el piso 26 del edificio España. Desde el Skygarden Gardín del cielo), da la sensación de que se puede tocar la torre de Madrid con los dedos. El bañista no tiene más que asomarse desde el bordillo de la piscina para sen tir la ciudad a sus pies.
Un baño de altura
Todavía en el ascensor, los recién llegados parecen dispuestos a darse, un chapuzón nocturno. "Arriba alquilan bañadores", comenta un joven en el momento en que se abren las puertas. Después de recibir una cruel bofetada de aire fresco, deciden aplazar el baño para otro día.
Skygarden funciona como una piscina normal hasta las siete de la tarde. Bañistas y turistas son sus principales visitantes hasta, esa hora. A partir de las diez de la noche se convierte en una discoteca frecuentada por gente de la farándula. Mientras tanto, y, hasta las cinco de la madrugada, la piscina soporta un lento goteo de bañistas.
La piscina de la discoteca ¡Oh Madrid!, en la carretera de La Coruña, parece formar parte de un decorado típicamente veraniego. Sólo a partir de las dos de la madrugada, cuando se pierde ya la cuenta de las copas ingenldas, comienza la lluvia de bañistas involuntarios que son arrojados a la piscina con los zapatos puestos. Y así uno tras otro. Al final, sobre todo los días en que se celebra alguna fiesta, aquéllo acaba en un baño colectivo que recuerda de lejos las bacanales ibicencas.
A menos de 500 metros, Baby Q ofrece un aspecto más o rnenos parecido. Aquí, sin embargo, predominan los bañistas que prefieren pasar por los vestuarios antes que convertir los jardines de la discoteca en un tendedero público. Camino de La Coruña, pero sin salir de Madrid, la moda de la piscina decorativa tia llegado también a varios locáes de la sierra rica.
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