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Esfuerzos de Gorbachov para lograr la normalización con China

Pilar Bonet

La política asiática presentada recientemente por Mijail Gorbachov en el puerto de Vladivostok, en el Pacífico, fuerza a China a dar algún tipo de respuesta a los planteamientos de una normalización de relaciones y suscita nuevos problemas a los países de la zona, en opinión de medios diplomáticos asiáticos en Moscú. En esos círculos ven un importante cambio en la actitud de Moscú hacia sus vecinos del Este y del Pacífico, donde la URSS reclama un papel de coprotagonista.

Un diplomático asiático comparaba a la URSS con un vecino huraño e insociable que un día aparece en una fiesta de la vecindad sin haber sido invitado, pero asegurando haber cambiado y con una botella de champaña en la mano. "Y nosotros no sabemos cómo decirle que no estamos seguros de que nos guste como amigo", señala.Gorbachov se refirió en VIadivostok, un puerto cerrado a los extranjeros por su carácter militar, a los obstáculos que Pekín ve en el camino de una normalización de relaciones chino-soviéticas. China, opinan los medios consultados está interesada en la normalización estrictamente necesaria para guardar un equilibrio entre su vecino del Este y EE UU y Japón, sus vecinos del Oeste, cuya tecnología e inversiones necesita.

"Nuestros dirigentes ya han dejado bien claro que las relaciones no van a ser como en los años cincuenta. Nosotros queremos ser in dependientes", dice un ciudadano chino destacado en Moscú, para quien la eliminación de los obstáculos es difícil debido a la "persistente" actitud soviética en relación a Vietnam y Afganistán.

"Si no podemos ser amigos, seamos pacíficos vecinos", señalaba por su parte Mijail Kapitsa, viceministro de Asuntos Exteriores cuya carrera profesional está estrechamente vinculada a China.

La retirada de todas las tropas soviéticas en Afganistán, la reducción de las tropas en la frontera (la URSS tiene 50 divisiones, con un total de 450.000 hombres, a lo largo de la frontera con China, según fuentes occidentales), la retirada de los soldados soviéticos destacados en Mongolia, y el cese de la intervención vietnamita en Camboya, constituyen la lista de agravios oficiales de China contra la URSS. Gorbachov ofrece la retirada de unos 7.000 hombres de Afganistán este año, estudiar la reducción de tropas en Mongolia e invitar a Vietnam a que se avenga a razones con su vecino por medio de "un diálogo de camaradas".

De Afganistán a Mongolia

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Tanto en la cuestión de Afganistán como en las de Mongolia y Vietnam, Gorbachov ha arrinconado la muletilla de Leonid Breznev (usada hasta por Constantín Chernenko) según la cual no puede actuar "en perjuicio de terceros". Hoy, un lenguaje como el que utilizó Breznev en 1981 para referirse a China en el 26 congreso del PCUS resulta dificil de imaginar en Moscú. En 1981, Breznev se refería a la experiencia china como una muestra de "a dónde lleva la deformación de los principios del socialismo". Breznev acusaba entonces a China de hacer "causa común con la política del imperialismo", y a EE UU y Japón, de querer ampliar los vínculos políticos y militares con Pekín en contra de la URSS. Hoy, la sensibilidad soviética ante el acercamiento chinonorteamericano-japonés es la misma o mayor que en el pasado, pero el temor se expresa de otro modo. Y adquiere más la forma de ofertas y proyectos que de anatemas y condenas.Gorbachov habló en Vladivostok de la "misión excepcionalmente responsable" conferida por la historia a los pueblos soviético y chino, y del "complemento recíproco" de las economías de ambos países. El dirigente dio un espaldarazo a la política económica china al afirmar que los soviéticos comprenden y respetan el objetivo de modernizar el país emprendido por China. Pekín y Moscú tienen según dijo, "prioridades parecidas".

Gorbachov propone a los chinos mayor cooperación en la cuenca del Amur para utilizar los recursos allí existentes. En un plano más amplio, ofrece a los países asiáticos la posibilidad de invertir en Siberia o en el Lejano Oriente, una empresa que no llega a tentar a fondo a los dinámicos países del Pacífico, ni siquiera a Japón, por el cuantioso desembolso que supone y la necesidad de desarrollar infraestructura.

Un Helsinki para el Pacífico

En lo político, una conferencia al estilo de Helsinki culminaría las necesidades de seguridad que Moscú invoca. La idea, que procede de los tiempos de Breznev, no ha encontrado hasta ahora el apoyo deseado por la URSS. Las reivindicaciones territoriales chinas, actuales o no, van mucho más allá de los islotes sobre el río Usuri, que Moscú está dispuesta a ceder, y en última instancia, hacen referencia a una zona de 80.000 a 90.000 kilómetros cuadrados. La legitimación de fronteras que su pondría un Heisinki asiático no interesa ni a Pekín ni a Japón, que reclama a la URSS cuatro islas anexionadas a finales de la Il Guerra Mundial. Oficialmente, Mongolia apoya la propuesta soviética de retirar las tropas sovieticas (una parte sustancial de las fuerzas de este país que, según fuentes occidentales, constan de 25.000 personas). Los mongoles así lo hicieron saber el 2 de agosto, cinco días después del discurso de Gorbachov. Hasta ahora, Ulan Bator había mantenido que se sentía amenazada por las reivindicaciones territoriales chinas, y de ahí la justificación para la presencia soviética. El conflicto con Vietnam es el único obstáculo que depende de forma directa de China. En medios diplomáticos asiáticos en Moscú se opina que Pekín puede esperar para solucionarlo. No así Vietnam, señalan. Vietnam vive en condiciones de economía de guerra, y la ayuda exterior depende del cese de la intervención en Camboya. Mientras medios chinos insisten en los compromisos de la URSS con Vietnam, de acuerdo con el tratado de cooperación de 1978, en medios occidentales se señala que el tratado deja una cierta ambigüedad en cuanto a la defensa mutua y, aunque menciona el "deber internacionalista", prevé simples "consultas" en caso de amenaza. Vietnam ha proporcionado a la URSS una presencia militar en el suroeste asiático, pero ello cuesta muy caro a Moscú. Los vietnamitas, que reciben 1.000 millones de dólares anuales de Moscú -según datos occidentales-, y despilfarran este dinero, según ha dejado entrever una información dada por Tass sobre una intervención del nuevo dirigente, Truorig Chinh. Una reciente cita del órgano del partido Nianzan reproducida por Tass mostraba que Vietnam no quiere quedar "solo y soberano" en el diálogo con China tal como le sugiere Gorbachov. Vietnam, decía Nianzan, quiere un diálogo con China, pero amparándose en "la estrecha solidaridad y cooperación multilateral con la URSS". Si las relaciones políticas entre la URSS y China no se han normalizado aún, las relaciones económicas prosperan y el volumen comercial ha superado los 2.000 millones de dólares en 1985, con un aumento de más del 60% respecto al año anterior. Raisa Gorbachov y las esposas del ministro de Exteriores, Edvard Shevardnadze, y del jefe del Gobierno, Nikolai Ríshkov, han presenciado el desfile de modas se celebra estos días en Moscú en el marco de una exposición de productos chinos, que es la primera en su género en 33 años.Mientras los periódicos soviéticos hablan de comprar más termos a los chinos, los dirigentes soviéticos se interesan por la experiencia de las zonas económicas, una posible solución para la falta de divisas soviética por el descenso de los precios del crudo.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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