Ángeles
Aquel verano del año 787 fue uno de los más calurosos en la comarca de Bitinia. Soplaba sin piedad un noroeste asfixiante y arenoso que los griegos conocían como skiron, pero que en la península de, Anatolia, por puro bizantinismo, llamaban tebbad. Sólo en la basílica de Nicea había actividad y los santos padres discutían de espaldas al viento. La secta de los ico noclastas los había reunido en concilio y urgía dar una lección a aquellos herejes antes de que la impiedad causara más estragos que los alfanges árabes. La sesión cuarta del Concilio de Nicea estuvo dedicada a discutir sobre los ángeles y fue la más sofocante de todas. Al cabo de tres semanas y media, acordaron. Los ángeles no sólo existían, sino que además era legítimo representarlos, hacer de ellos figuras aladas, y adorarlos. El decreto que reconocía a los ángeles el derecho a la imagen fue rubricado por los padres conciliares y por los archimandritas de todos los monasterios de Anatolia.Han tenido que pasar 1.200 años para que un Papa se atreva a decretar sin complejos, con la misma fe nicena, la existencia de los ángeles. Los iconoclastas de hoy son esos teólogos de la liberación que pasan olímpicamente de las imágenes chillonas de las beatasy se dedican a continuar la labor revolucionaria del Che por el Sur de Benedetti. Hace unas semanas fue la vindicación del Espíritu Santo y ahora son los ángeles. Hay que admitir que este Papa sabe lo que se hace. Rescata del olvido a la tercera persona para luchar contra la filosofía materialista de la nueva iconoclastia y moviliza a la tropa angelical por si hubiera que repetir aquella batalla primigenia contra los rebeldes. Frente a los contundentes argumentos terrenales de la teología de la liberación, el Vaticano reengancha a los temibles ejércitos celestiales. Supe de la audacia beligerante de Wojtyla en la sala XV del palacio de los Uffizi de Florencia, deslumbrado por La Anunciación de Da Vinci. No me alteró la noticia papial de esta nueva llamada a filas porque yo siempre creí en la existencia de los ángeles. Pero si esos reservistas alados son tipos como el San Gabriel de Leonardo, no doy un duro por los iconoclastas.
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