Hinault alteró la calma de la jornada de descanso al afirmar que piensa atacar a su compañero Lemond
JUAN MORA ENVIADO ESPECIALHinault ya ha cumplido su promesa: colaborar con el triunfo de su equipo, La Vie Claire. Ahora que eso está asegurado, quiere ganar el Tour y promete que lo va a intentar en las cinco etapas que quedan. "Yo no le he ofrecido el Tour a Lemond, se lo ofrecí al equipo" dijo, y con su afirmación alteró la calma de la jornada de descanso. Hasta París quedan una contra reloj, un final en cumbre, una etapa salpicada de irregularidades y dos recorridos de transición. Hinault está a 2.45 minutos de Lemond y le favorece el trazado que queda. Hoy será el primer día que ataque a Lemond. Los corredores aprovecharon el día de descanso para rodar entre 60 y 100 kilómetros y subir de nuevo L'Alpe, d'Huez.
Lemond le ha sacado ocho minutos justos a Hinault en el conjunto de las tres etapas que han acabado en cumbre, Superbagnères, Granon y L'Alpe d'Huez. En la primera, 4.36 minutos, y en la segunda, 3.21. En la. tercera llegaron al tiempo. Hinault, sin embargo, es más rápido y audaz. Se le cronometró en el descenso del Galibier una velocidad de 110 kilómetros por hora y en las dos contra reloj individuales disputadas hasta ahora le sacó 46 segundos a Lemond. (Dios en el prólogo y 44 en la de Nantes, de 61,5 kilómetros).Hinault comenzó el Tour como jefe de La Vie Claire y respondió como tal. En la etapa prólogo le sacó dos segundos a Lemond, en la sexta aumentó su ventaja a seis por las bonificaciones volantes y en la novena la diferencia subió a 49 segundos con la contra reloj individual. No había llegado todavía la montaña y ya mantenía una ventaja apreciable con su lugarteniente. En la duodécima etapa, Lemond restó seis segundos por las bonificaciones, pero al día siguiente Hinault asestó un golpe: que parecía definitivo: llegó escapado a Pau, donde ganó Pedro Delgado, se enfundó el jersey de líder y Lemond quedó a 5.25 minutos en la general porque, además, Hinault se quitó seis segundos con las bonificaciones.
Aquel día se produjo un hecho todavía no explicado. Lemond en las proximidades; de la meta, se escapó del grupo perseguidor y en lugar de llegar con 5.30 minutos de retraso lo hizo con 4.36 Carecía de lógica. que el segundo del equipo quisiera reducir diferencias con su jefe de filas corriendo el riesgo, además, de llevarse tras su rueda a los rivales potenciales de Hinault. Pero el riesgo parecía limitado, porque los perseguidores llegaban muy cansados después de tratar de coger a Hinault, que había hecho el gasto para ponerse de líder.
Descenso del Tourmalet
Al día siguiente, la situación se complicó cuando Hinault atacó en el descenso del Tourmalet. Cuando comenzó la ascensión a Superbagnères estaba agotado y perdió 4.39 minutos. Su diferencia con Lemond se redujo a 40 segundos porque éste, además se quitó seis en bonificaciones. Hinault, oficialmente, quiso es día ganar el Tour, pero el resulta do ¡Fue ponérsello en bandeja a Lemond. El trabajo en equipo era claro porque al, día siguiente Hinault permitió que Lemond se le acercara aún más, a 34 segundos, nuevamente por las bonificaciones. Se llegaba así a los Alpes, con una incógnita sin resolver porque costaba trabajo cree que Hinault renunciara a ganar su sexto Tour en beneficio de Lemond. Pero esta teoría pareció confirmarse cuando en la cima de Granon el que se vistió de amarillo Fue Lemond. Subió rueda de Ziminermann, sacó 3.21 minutos a Hinault, por lo que la ventaja en la general pasaba a manos del estadounidense con un saldo de 2.47 minutos. Hinault no estaba bien.
El pasado lunes, en la etapa más dura del Tour, con los ascensos al Galibier y a la Croix de Fer, más el final en L'Alpe d'Huez, todo parecía quedar claro. Hinault volvió a atacar donde es maestro, en los descensos, se llevó a Lemond, le subió hasta la meta y ambos llegaron abrazados. El Tour quedaba visto para sentencia. Uno de los dos sería el ganador. La promesa a Tapie, dueño de La Vie Claire, quedaba cumplida. Ahora Hinault tendría el camino libre para intentar hacer realidad su ilusión: ser el corredor que más veces ha ganado el Tour. La competencia entre ambos corredores es ahora bien vista por Tapie. La diferencia entre ambos se redujo ese lunes a 2.45 minutos por las bonificaciones.
Hinault estaba radiante. "Es el triunfo de un equipo. Hemos ofrecido una de las imágenes más bonitas que puedan darse en el deporte". Ahora ya están los dos solos en cabeza, después de que Hinault haya reventado a los rivales.
Ayer, en una conferencia de prensa, manifestó que quiere ganar el Tour, que todavía puede si entre hoy y mañana reduce su diferencia a un minuto.
La etapa de hoy, dice Hinault, le es propicia para atacar. Y esta vez será Lemond el que sufra la rotundidad de la ofensiva del que quiere ser el mejor corredor de todos los tiempos. El recorrido presenta un relieve con dos fuertes descensos y el último de ellos es el que conduce a la meta. Un trazado ideal para Hinault porque en otros parecidos es donde ha demostrado su poderío. Mañana es la contra reloj, donde también es superior, y el viernes, en la subida al Puy de Dôme, es obvio que no le hará el trabajo a Lemond, que ha demostrado ser el mejor escalador, pero siempre a rueda de alguien o después de que le haya allanado el camino, como el día que ganó el Superbagnères.
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