Pier Luigi Marzorati
El base italiano es uno de los jugadores más elegantes de Europa
Tiene 33 años. Aunque ya peina canas, Marzorati continúa soltero y vive con sus padres. Tiene novia desde hace 12 años, pero no se casará hasta que acabe su carrera deportiva. Como jugador lo ha conseguido todo, aunque si se dedica al baloncesto es por auténtica afición, y nunca se ha planteado viajar a la NBA. En Cantú, donde vive, lo tiene todo: su familia, su equipo, su trabajo, sus amigos... y un partido de fútbol pendiente para dentro de ocho días que le preocupa casi tanto como el Mundial.
MUNDOBASKET 86Aprendió a jugar al baloncesto hace 20 años, bajo la batuta de Gualtiero Bernardis, en el equipo juvenil del Cantú. En 1968 ganó, como juvenil, su primer campeonato de Italia, y en el 69 empezó a jugar con los "mayores". Desde entonces, aquel jugador de 1,87 metros ha sido campeón de la copa Korac en tres ocasiones, cuatro de la Recopa, dos de la Copa de Europa, dos Intercontinentales, y ha sido internacional en 275 ocasiones, más que ningún otro jugador italiano.Por su elegancia, Corbalán solía decir de él que jugaba "como un cisne". Lo hace todo bien: tira, pasa, defiende, contraataca, es disciplinado, y por si fuera poco, se trata de una persona excepcionalmente amable y simpática, respetada en todas las canchas de Europa.
Ha disputado dos mundiales, cuatro Juegos Olímpicos y siete campeonatos de Europa, pero pese a ello confiesa que el baloncesto sólo es una distracción para él: "Esto es para mí como una diversión. He venido a España para disfrutar jugando al baloncesto, para relajarme, para olvidarme de los problemas del trabajo". Y es que, además de jugar, Marzorati ha terminado la carrera de Arquitectura y trabaja en una empresa de importación y exportación de Milán.
Amigo de Corbalán
Entre sus muchos amigos no se olvida de Corbalán, con quien ha jugado en multitud de ocasiones y por el que siente un aprecio especial: "Juanito era y es un grandísimo jugador", y piensa que la selección de Díaz Miguel ha acusado la ausencia del que fue su base durante más de diez años, pero no cree que el conjunto español haya fracasado: "Había tres equipos con un nivel un poquito más alto, URSS, EE UU y Yugoslavia. España, Italia o Brasil debían luchar por la cuarta plaza. Si ésta le corresponde a Brasil es por cómo se estructuraron los grupos, y porque España tuvo que enfrentarse a los brasileños sin Epi".Hace unos días le llamaron sus amigos de Cantú. "Ahora dedícate al Mundial, pero el préxímo domigo te esperamos a las cinco de la tarde, tenemos partido de fútbol". Eso le importa casi tanto corno el propio campeonato, bromea, y dice que si juega la liga de baloncesto es para mantenerse en forma de cara a los partidillos de fútbol de verano, y para rriarchar todos los domingos en bicicleta hasta el lago de Como, a 15 kilómetros de Cantú.
Cuando, después de más de 20 años, decida guardar las zapatillas de baloncesto en un armario, lo hará para siempre. Prefiere romper con las canastas a tener la maleta preparada constantemente para entrenar en un sitio o en otro. Ese día marchará a Cantú dejando tras de sí un buen puñado de amigos.
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