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MUNDOBASKET 86

La selección española, excesivamente relajada, derrotó con apuros a la cubana

Luis Gómez

Dio la impresión de que el de ayer iba a ser un buen ejemplo de cómo España podía sobrellevar sin dramatismo una aparente y temporal situación de derrota. Pero no resultó así. El público confió durante más de una hora en que acabaría por imponerse la lógica. Esperó, pero empezó a preocuparse cuando la cosa no funcionaba. Y, al final, se vio obligado a recibir con fervor una victoria apuradísima, en la que España sólo consiguió estar a favor dos veces, la primera cuando quedaban idos minutos.Efectivamente, Ciaba, con sorprendente facilidad, aprovechó la relajadísima salida de los españoles piara situarse con un 4-18 a su favor. En otros momentos una situación así habría provocado la alarma general; habrían salido los doce españoles a la cancha 31 las caras destempladas ofrecerían al público la sensación de que lacosa no tenía remedio y, además, podía ser muy grave.

Lo cierto es que nadie se inmutó ayer al Principio. Pero Martín, por si acaso, procuró eliminar a Salornon, uno de los reboteadores cubanos. Más tarde, y sin los aspavientos de otros días, Costa engatilló cuatro triples consecutivos y Sibilio otros dos, por lo que los cubanos sintieron, sobre sus carnes los efectos del irreversible goteo de este tipo de lanzamientos. España se puso a cuatro puntos de diferencia, disfrutando también de la circunstancia de soportar sólo dos personales por siete del rival. Un cínico diría que se estaba perdiendo cómodamente.

Que al descanso no se llegara ya con ventaja española fue un detalle feo. Es lo que suele hacer un equipo con solera para que el rival llegue desolado a los vestuarios. Pero España, dispuesta ayer a soportar pequeñas incomodidades, prefirió oler a derrota.

Ya en la reanudación, y a la vista de que se prorrogaba el misterio indefinidamente, vino a empeorar las cosas la resuIrrección de lafamosa zona, que sólo sirvió para que el pequeño Pérez pudiera disfrutar de cuatro triples. La zona, desde luego, está mucho mejor muerta que viva.

Como quiera que todo estaba preparado para que saliera torcido, las cosas no mejoraron ligeramente hasta que no se regresó al esquema individual. Cada uno fue por su cuenta durante mucho tiempo, pero la igualdad se restableció porque no había motivos suficientes para que Cuba ganase el partido.

El imperio de la razón tenía que imponerse, aunque fuera sin demasiados argumentos. Un sector del público, con fina ironía, comenzó a animar al Barcelona. El resto de la concurrencia se quedó algo extrañado hasta que se dio cuenta de que, en la cancha, todos los jugadores españoles eran del Barcelona.

Los ánimos crecieron, pero la. selección no llegó a resolver el partido. Más bien, se lo jugó a los chinos cuando Solozábal perdió una pelota que posibilitaba la última posesión para los cubanos. Esta vez los rebotes fueron para casa y el partido se ganó porque un equipo de privilegio está obligado a dominar con más soltura sus horas bajas. Ayer no era día para estar alegre, pero tampoco para dar tanto respiro al rival.

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