_
_
_
_
Tribuna:LOS MADRILES
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Villena

Luis Antonio de Villena usa gafas de aro redondo y sortijitas, usa una presencia densa y una voz oscura y tenue, conspiratoria, en el registro de la deliciosa malignidad. Usa ademanes vagamente clericales y escribe versos de un clasicismo cuyo clásico mayor no es necesariamente Cernuda. Luis Antonio de Villena apareció en Madrid (madrileño o no) con una clara vocación de ser escritor, poeta, aquí y ahora. Era un niño. Dijo González-Ruano que la juventud no es más que un trámite, y Villena, cuya voluntad de dandismo es explícita (aunque yo lo veo más en una especie de dandismo interior), ha posado siempre de adulto, de maduro, no sólo por su leyenda cultural (es evidentemente culto), sino incluso por su leyenda personal, llena de anécdotas y sucedidos en que se mezclan los tiempos y las generaciones. Se diría que Villena, como uno mismo, no sabe muy bien cuándo ha nacido -o cuándo le ha nacido la memoria-, ni cuáles son sus recuerdos y cuáles los recuerdos de recuerdos. Ahora saca en Visor su antología poética Postnovísimos, suponiendo que el superlativo "novísimo" lo tomaron los anteriores directamente del italiano. Pero los anteriores (catalanes), no lo tomaron sino de Eugenio d'Ors y su Novísimo Glosari. Si no todos los antologizados -doce- son estrictamente antologizables, esto ya no es culpa de Villena, quien, aparte su personal e incesante tarea en verso y prosa, su clara "profesionalidad" de escritor, tiene mucho (perdón, Lázaro) de esponsor de la literatura, de lo que antes se llamaba, sencillamente, un animador cultural o, como dicen los franceses, un hombre de letras.Villena es uno de los personajes más interesantes y hospitalarios de la nueva noche madrileña. Su preocupación, antologizadora o no, por los demás, supone una generosidad y un "espíritu de cuerpo" que en el 98 representó Azorín y en el 27 Gerardo Diego. Pero Villena, que es muy inteligente, sabe que no hay salvaciones generacíonales, grupales, y que al final queda el que se sale por los cerros, siempre líricos, de Úbeda. Es el caso de alguno de sus poetas forzosamente antologizado. El mérito, a Villenita, ya se lo han reconocido. El otro mérito, el hacer también de la vida una obra de arte, según tío Óscar, es algo que se le reconoce noche a noche, cuando él abre el abanico amadamado de su ingenio, su erudición pícara, sus recitados y sus complicidades y conquistas. Entre postnovísimo y postmoderno, Villena es hoy un personaje literario interior a Madrid, no apto para turistas, matados ni forasteros.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_