Garaikoetxea prodiga gestos conciliadores en la inauguración del 'batzoki' de Sopuerta

El ex presidente del Gobierno vasco Carlos Garaikoetxea declaró ayer en Sopuerta que la suspensión del mitin previsto en esta localidad de Vizcaya con motivo de la inauguración de la nueva sede del Partido Nacionalista Vasco (PNV) es un gesto destinado a facilitar el entendimiento. Garaikoetxea, que multiplicó durante el día los gestos conciliadores, pasó la jornada en permanente apoteosis, rodeado de sus seguidores. Participaron en la inauguración más de 2.000 personas, tantas como habitantes tiene la pequeña población de las Encartaciones.

Garaikoetxea llegó a Sopuerta minutos antes de la una de la tarde y fue recibido con una fuerte salva de aplausos y aclamaciones del público que en gran parte había llegado de otras localidades. Conocidos afiliados nacionalistas del sector crítico intentaron acallar durante todo el día los gritos de lendakari dirigidos al político navarro "para no empeorar las cosas", según explicaron.A la salida de la iglesia donde se había celebrado una misa, el líder del sector enfrentado a Xabier Arzalluz pidió a los responsables de la junta local que aguardaran a Jesús Insausti y a José María Otxoa, presidente y secretario, respectivamente, de la ejecutiva de Vizcaya, que había desautorizado el mitin y advertido que su celebración provocaría la inmediata disolución de la junta local. El ex lendakari quería que los dos dirigentes del sector oficial ocuparan un lugar en el cortejo de autoridades que se dirigía hacia el batzoki (sede nacionalista) precedido por los txistularis. Sin embargo, Insausti y Otxoa habían abandonado el templo por una puerta trasera.

Garaikoetxea se dirigió entonces a la nueva sede, una lonja de 60 metros cuadrados, donde ya se encontraban tomando un vino los dos dirigentes, a los que estrechó la mano. Luego declaró que la junta y la asamblea locales del PNV han demostrado una gran flexibilidad al suspender el acto político en el que había sido invitado a hablar, a pesar de que estaban convencidos de la legitimidad de su postura, y dijo que él mismo había aconsejado hacerlo así como un gesto de reconciliación.

Garaikotxea comentó también el artículo de Arzalluz, publicado ayer en el diario Deia, en el que éste pide a los que no quieren aceptar las reglas del PNV que se vayan a otro partido. "Es una opinión como otra cualquiera", dijo. "Lo que pasa es que todos pensamos que estamos reclamando las reglas del juego. Cuando yo pido que se restituya en los órganos para los que fueron legítimamente elegidos aquéllos que luego quedaron separados [en referencia a la antigua dirección del PNV de Navarra], estoy pidiendo que se restablezcan las reglas del juego, que, desde luego, yo no rompí".

Por su parte, Insausti manifestó que la inauguración de un nuevo batzoki es siempre emotiva y que, abriendo muchos más, "debemos llegar otra vez a hacer un partido sólido, fuerte y vibrante".

Los dos dirigentes del PNV de Vizcaya abandonaron Sopuerta inmediatamente después. Garaikoetxea, constantemente aplaudido y acosado por sus partidarios, presidió una comida de medio millar de personas al aire libre. A los postres tomó la palabra la presidenta de la junta municipal, Arantza González, que se quejó de las "malintencionadas conjeturas y peores procederes" sobre la inauguración de su batzoki.

Calificó González de terrible la asamblea en la que se acordó suspender el mitin y dijo que, por encima de su soberanía pisoteada, la organización local hizo un esfuerzo para conseguir la paz y para que "Euskadi pueda seguir teniendo como pilar de defensa al PNV".

También el sacerdote que ofició la misa, a la que asistieron en pie Garaikoetxea e Insausti, amonestó severamente en la homilía a los responsables nacionalistas. "Hemos confiado en vuestros hombres y en vuestro programa, y ahora nos preguntamos", dijo, "si no nos habéis defraudado". El oficiante insistió en la idea de la paz, aseguró que por encima de los hombres y de los partidos deben estar los intereses de Euskadi y pidió a los líderes del PNV que sean corderos capaces de tranquilizar el partido.