La RFA, el semifinalista con peor juego, alcanzó la final
E. PÉREZ DE ROZAS ENVIADO ESPECIAL La selección de la República Federal de Alemania (RFA), la selección que exhibió el peor juego de cuantas alcanzaron las semifinales de esta Copa de Mundo, se convirtió ayer, al derrotar a Francia, en la primera finalista de la XIII Copa del Mundo de fútbol. Un gravísimo error del meta francés Bats, que había conseguido clasificar a su selección para esta semifinal al detener dos penaltis de Zico y Sócrates, supuso el gol del triunfo alemán. Fue el mismo error que cometió Luis Arconada. en 1984, en París. En aquella ocasión, España perdió la final de la Eurocopa. Ayer, Francia desperdició la mejor oportunidad de su historia para colarse en la final de un Mundial. Tras el tanto, Alemania, con oficio y gran despliegue de fuerzas, supo rmaniatar a la selección francesa, a la que de nada sirvió colocar, desde el minuto 11 de juego, a Platini de delantero centro.
Francia luchó ayer contra la historia, contra la sangre derramada por Patrick Battiston en aquella también desgraciada tarde sevillana y, fundamentalmente, contra el poderío y la raza del fútbol alemán. Y perdió, pese a contar con algunas oportunidades para igualar la contienda. Pero también Alemania tuvo ocasiones de irse definitivamente en el marcador y, por tanto, el 20 fue perfectamente justo. El presente daba como favorito al campeón de Europa. Había jugado mucho mejor, poseía, en teoría, un conjunto más homogéneo y acababa de dejar en la cuneta al campeón del mundo, Italia, y al más serio aspirante, Brasil. Pero se impuso el pasado. Ganó el equipo que tuvo más oficio, más experiencia, el que supo colocar sobre el terreno de juego el decorado adecuado, con un extraordinario portero, Schumacher, que lo paró todo, todo, una defensa férrea -Rolff y Foerster le amargaron el día a un desafortunado Platini-, un centro M campo inagotable y un portentoso Allofs, Alemania planteó el partido según sus intereses e hizo que Francia perdiera la mitad del partido buscando una fórmula para adaptarse al ritmo del encuentro. Desde un principio, los alemanes exigieron que el partido se jugara a saltitos y no corriendo. Había que eludir los trompicones y el juego subterráneo utilizado por los bicampeones. Fue un partido duro, contundente, de gran desgaste, inadecuado para el estilo francés e ideal para el juego y la raza alemana.
En un encuentro de este estilo, incluso las oportunidades de unos y otros fueron espectaculares. Schumacher y Bats realizaron brillantes intervenciones. Alemania pudo sentenciar con remates de Matthaeus (m.30) y Rolff (m.34 y 52), milagrosamente neutralizados por el meta francés. Enfrente, Schumacher volaba para acabar con las ocasiones francesas en los pies de Platini (m.15) y Tigana (m.38). La última media hora fue de continuo acoso francés, con un desesperado Platini intentando golear y 11 alemanes sacrificándose para alcanzar su segunda final consecutiva.
Ganó la historia, el pasado. Venció el equipo que ha estado en 11 copas del mundo, que ha jugado el doble de partidos que la selección francesa, que supo ahorrar energías para el momento idóneo, que supo ambientar adecuadamente el partido decisivo. Eso, y trabajo, mucho trabajo, gran dedicación. Todo muy alemán. Se va del campeonato la selección que todo el mundo convirtió antes de hora en nuevo campeón. Pero lo malo no es que Francia haya sido eliminada, lo malo es que la generación de Platini no volverá a tener otra oportunidad como ésta. Los años no perdonan, y Platini y compañía se retirarán sin cumplir el sueño dorado de todo futbolista, levantar la Copa del Mundo.
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