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MEXICO 86

Con la huida de los brasíleños se fue la alegría de Jalisco

E. P. DE R. ENVIADO ESPECIAL Se lev antaron a prilmera hora de la mañana. Era su últirna oportunidad para colocar sus boletos. Todos los hoteles de Guadalajara se despertaron ayer Renos de brasileños que, con las entradas del partido Francia-República Federal de Alemanla en la rriano, buscaban un comprador a cualquier precio. Tenían dos motivos fundamentales para no acudir a la cita. En primer término, inaldecir el estadio Jalisco, donde Francia los había apeado, el pasado sábado, de la competición. Y en segundo térrrúno, aquel boleto había sido com prado paraver un Brasil-República Federal de Alemanla. Cualquier otro encuentro, por hermoso que fuera, no tenía sentido.

Curiosarriente, durante toda la semana pasada, las agencias de viajes no habían podido atender a los clientes que les solicitaban entradas para el partido semifinal de Guadalajara y la final del domingo, en México. La respuesta a cualquier comprador era siempre la misma: "Mire, señor, si Brasil alcanza las semífinales y la final, tenemos vendidos todos los boletos. Pero si eliminan a Brasil, les complaceremos con gusto".

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Nuevo circuito

La eliminación de Brasil ha hecho que miles de entradas reservadas o incluso compradas por los aficionados hayan entrado rápidamente de nuevo en el circuito de compraventa. En Guadalajara, una vez eliminado Brasil, ya no interesan a nadie. El público tapatío estaba enamorado de Brasil, de todo lo brasileño. Cautivados por sus chicas, sus escuelas de samba, su simpatía y la alegre torcida, sus finos estilistás jugadores, acudían al estadio como si fueran al templo sagrado del fútbol. Miles y miles de personas veneraban a dioses tan humanos y reales como Sócrates, Júnior o Zico. Sólo cuando aquellos seres de carne y hueso fueron derribados de sus pedestales por simples jugadores de fútbol como Bats, Platini o Fernández decidieron que ya no valía la pena acudir al templo. A partir de aquel momento, en aquel escenario, única y exclusivamente se jugaba fútbol, un deporte distinto al que juegan los brasileños, cuya actuación supera los límites deportivos para convertirse en el octavo arte. Poco importaba ayer que sobre el terreno de juego estuviera una de las grandes vedettes de este Mundial, Michel Platini. Se trataba de ver a gentes que no son brasileñas, que no tienen esa curiosa mezcla del color y el blanco y negro,que no representan en rnodo alguno la fusión de la fuerza y la habilidad.

El estadio Jalisco fue ayer una viva representación de lo que sucedió el pasado donúngo, cuando Luis Fernández, ese muchacho nacido en España, batió a Carlos. Aquel gol significó un paso más hacia la gloria maravillosa de Francia, pero supuso la muerte del fútbol en Guadalajara, el triste entierro de una ilusión creada día a día, samba a samba, gol a gol. De los 58.000 espectadores del aforo total, ayer sólo hubo 40.000. Y era una semifinal del Mundial.

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