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Los pactos y la quiebra del bipartidismo, principales interrogantes ante la jornada electoral de hoy

Las elecciones legislativas que se celebran hoy en España, las cuartas desde que se inició la etapa democrática, significarán, de acuerdo con la opinión compartida por los dirigentes de todos los partidos, una notable variación en la composición del Congreso y del Senado. Las previsiones apuntan a un fortalecimiento de algunas formaciones menores de oposición, lo que, a su vez, supondrá un debilitamiento del sistema bipartidista instaurado en las elecciones del 28 de octubre de 1982. Hoy se celebran también las segundas elecciones autonómicas en Andalucía.

La jornada electoral, de: hoy carece de la novedad de 1977, de la incertidumbre de 1979 y de las expectativas de: cambio de 1982. Descartado un vuelco radical con respecto a las previsiones arrojadas por los sondeos realizados durante la precampaña y la campaña, la mayor expectación se centra ahora en conocer si los socialistas, lograrán o no repetir la mayoría absoluta que obtuvieron en 1982.Los últimos días de la campaña electoral pusieron ya de manifiesto que la totalidad de las fuerzas políticas comparte esta expectativa, al margen de las obligadas declaraciones públicas asegurando, todos y cada uno, que serán ellos los ganadores. La posibilidad de que el PSOE no obtenga una mayoría absoluta en las elecciones legislativas de hoy abre un amplio campo para acuerdos poselectorales que, en determinadas condiciones, podrían hacer que fuesen otros, y no los socialistas, quienes ocupasen el próximo Gobierno.

Completar el proyecto

Mientras Felipe González y otros responsables del Ejecutivo hacían, en los últimos días;, llamamientos al voto socialista para, "completar el proyecto" iniciado en 1982, el presidente de: Coalición Popular y de Alianza Popular, Manuel Fraga, ofrecía acuerdos a todos los "afines" para, en caso de que el PSOE no lograse esta mayoría absoluta, consolidar su viejo proyecto de tina mayoría natural que pudiera hacerse con el poder. El llamamiento de Fraga, que en ningún caso se concretó en ninguna clase de ofertas, abarca no sólo a los reformistas de Miquel Roca, sino también al CDS de Adolfo Suárez, igualmente considerado "afin" a la Coalición Popular, "por más que esta consideración pudiera molestar al señor Suárez", según puso de relieve en varias ocasiones Fraga.

El líder popular, consecuente con su teoría de las; venta as del bipartidismo, intensificó en las últimas horas de la campaña su llamamiento al voto útil. "La única alternativa al socialismo somos nosotros", repitió, aunque asegurando tener "los brazos abiertos" para acoger en ellos, después, a los afines.

Estos afines, por su parte, tuvieron reacciones diversas a las ofertas de pacto. Mientras Adolfo Suárez insiste en su negativa a pactar con nadie a su derecha o a su izquierda, Roca parece mucho más tendente a llegar a acuerdos, siempre que se cumplan "condiciones de funcionamiento y de prograrna", condiciones; que Fraga se adelantó a considerar, de antemano, "aceptables".

'Bisagras'

El hecho de que tanto Roca, al frente de reformistas y de la Minoría Catalana, como Suárez, si se confirman sus expectativas de crecimiento, puedan convertirse en las auténticas bisagras del próximo Parlamento, si los socialistas no obtienen mayoría absoluta, concede una especial importancia a sus respectivas posiciones ante los pactos poselectorales.

A su vez, la configuración de los pactos podrá ejercer una decisiva influencia en la marcha de la principal formación de oposición, Coalición Popular. Tanto Fraga como sus socios democristiano y liberal, Óscar Alzaga y José Antonio Segurado, prometieron que la coalición permanecerá inalterable tras las elecciones y Alzaga desmintió expresamente la existencia de cualquier "pacto secreto" con los reformistas de Roca a espaldas de AP. Fraga, por su lado, admitió verse con cierta periodicidad" con Miquel Roca, sin que de tales encuentros, advirtió el propio Fraga, quepa concluir la existencia de un acuerdo verbal con los reformistas sobre posibles pactos poselectorales.

Los socialistas mostraron públicamente, durante la campaña electoral, sus temores a la pérdida de la mayoría absoluta de que venían disfrutando hasta ahora. Su estrategia de campaña varió, presumiblemente en función de los resultados que iban arrojando los sondeos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), desde el inicial ataque a Coalición Popular y a Izquierda Unida hasta concentrar las críticas en la figura de Adolfo Suárez.

El vicepresidente del Gobierno y vicesecretario del partido, Alfonso Guerra, fue invariablemente el principal ariete empleado por los; socialistas contra las restantes fuerzas políticas. Una de las incógnitas secundarias que se abren IL partir de los resultados electorales de hoy consiste en saber si Guerra, patentemente desgastado por su actividad durante la campaña, permanecerá en el Ejecutivo o, cumpliendo los que parecen ser sus deseos, se retirará a reorganizar el PSOE. La cuestión no es tan menor si se considera que ahí puede residir una de las claves del comportamiento futuro y de los modos de gobernar de un nuevo Ejecutivo socialista.

Por lo demás, los socialistas trataron de evitar la adopción de inedidas electoralistas -como el rumoreado descenso en el precio de la gasolina- durante una campaña que, entre sus características, incluyó el estallido de conflictos laborales con cierto sabor político y un incremento de la actividad terrorista, aparentemente dirigida principalmente a exasperar a algunos sectores de las Fuerzas Armadas. Obviamente, estos factores pesaron sobre la campaña mucho más que el desarrollo paralelo del Campeonato Mundial de fútbol, que solamente esta noche robará protagonismo al seguimiento por televisión del recuento de los votos.

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