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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Goles planos

Juan Cruz

Ángel Ganivet decía que había ideas redondas y picudas. Pues le han salido herederos a su metáfora y ahora resulta que además de ideas picudas y redondas también hay goles redondos y picudos. Lo que no había hasta ahora, en la geografía del fútbol, era goles planos. Y ya están aquí. Los goles que emite la televisión son goles planos. La televisión los ha inventado y no pone remedio.Goles picudos son aquellos que no entran; se quedan en la imaginación de los espectadores fogosos y nunca suben al marcador. Los redondos son los que pasan a la historia, los que cambian los resultados y ennegrecen o abrillantan la historia de los pueblos. Son los goles que sobresalen.

En la televisión los goles no sobresalen, se quedan en la estadística; no son ni picudos ni redondos, son inexistentes, con el encefalograma perdido en la sobreimpresión escueta del resultado.

El tono de las retransmisiones futbolísticas ha alcanzado el aire solemne y silencioso de las retransmisiones de los encuentros de tenis. Ninguna voz sobresale; hay una opacidad que hace que todo parezca igual, y así el fuera de juego recibe el mismo sonido, igual entusiasmo, que el saque de esquina o que el penalti. El gol corre la misma suerte, y la soñolencia se adueña del cuarto de estar.

Todo contribuye: las porterías blancas; los gestos de los futbolistas, que reaccionan como cirujanos ante la operación decisiva del gol; los árbitros, que caminan hacia el centro como si hubieran perdido allí una peseta; los aficionados, que calman en seguida su jolgorio, y los comentaristas, que no se recrean en la jugada como debieran hacerlo los encargados de transmitir el entusiasmo que debe vivirse en el lugar de los hechos.

Hay sorpresas, como las que depara Julián García Candau, cuando rescata de los baúles de su memoria sucedidos que añaden filosofía al gesto invisible de la crónica del fútbol, y te levanta de la butaca cuando le sale la metáfora que se precisa para que el acontecimiento no sea sólo un encuentro entre unos y otros; o como las que depara la propia retransmisión, que los técnicos mexicanos han querido hacer aparecer como una carrera de obstáculos mucho más emocionante que los propios partidos. Hay voces que reclaman la atención, como la de José Ángel de la Casa, que es un habitual y por eso engancha más, pero hay parejas mucho menos eficaces de lo que se esperaría en acontecimientos como el que están narrando. Dejan que los goles parezcan saques de esquina, fueras de banda lanzados con desgana. Son los goles ajenos, casi siempre, los que marca el equipo contrario o los que introducen en marcos ajenos equipos que nos importan un pito. Esa falta de identificación del gol ajeno es lo que está haciendo que México parezca un sonsonete de tarde y noche. Levanten el ánimo y vuelvan a darles voz picuda a los goles redondos.

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