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MÉXICO 86

Joao Havelange

Un adinerado brasileño de 70 años que controla el fútbol mundial

Joao Havelange tuvo acceso a la presidencia de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) el 11 de junio de 1974, tras necesitar una segunda votación para superar a su antecesor, sir Stanley Rous. la pasada semana, Havelange fue reelegido por unanimidad y, en su discurso, atacó a los futbolistas que se habían quejado de los horarios del Mundial 86 al considerar que la FIFA había antepuesto los intereses económicos y televisivos a. los estrictamente deportivos.

Jean Marie Faustin Godefrod Havelange nació el 8 de mayo de 1916 en Río de Janeiro. Hijo de padres belgas, terminó una brillante carrera de Derecho a los 20 años y se lanzó también a practicar ya la carrera del deporte. Fue un excelente nadador que compitió por su país en los JJ OO de Berlín de 1936 y Regó a participar también en los de 1952 en Helsinki, en éstos como miembro del equipo de waterpolo. En los de Melbourne, en 1956, apareció ya como directivo.Su irresistible ascensión comenzó al ser elegido presidente de la Confederación Brasileña de Deportes, organismo del que salió por un decreto muy similar al que obligó a abandonar varios años después la Federación Española de Fútbol a su gran amigo Pablo Porta. Poco antes da optar a la presidencia de la FIFA, algunos ya comenzaron a percatarse de sus amplias dotes de maniobrabilidad política al conseguir el apoyo de numerosas federaciones africanas.

Desde junio de 1974, pues, Havelange se ha convertido en el máximo dirigente del fútbol mundial, en el arquetipo del directivo de fútbol. Quienes trabajan con él en distintas federaciones futbolísticas de países hablan y no paran de su enorme capacidad de trabajo e inteligencia, de su cultura y sus profundos conocimientos de todo lo que rodea a este deporte.

El arbitraje del australiano Brambridge en el España-Brasil del domingo y el recuerdo de otra polémica actuación arbitral, la del español Lamo Castillo en el Mundial 82 en un Brasil-URSS han contribuido a levantar sentimientos de crítica de muchos futbolistas. La integridad de Havelange en este sentido parece estar fuera de toda duda, pero lo que no puede evitar desde su poderoso despacho es que comience a correr la voz de que, "en caso de duda, algunos árbitros se acuerdan de que Havelange es brasileño".

Sin embargo, en todas sus manifestaciones públicas, Havelange se muestra durísimo contra cualquier sombra de confusiones y actitudes conflictivas que puedan rodear el espectáculo futbolístico. Así, no se ha recatado en afirmar que lo peor del Mundial de España fue aquel bochornoso comportamiento de los jugadores de la RFA y de Austria en el partido que jugaron en Gijón y que dejó fuera de la clasificación a Argelia.

A sus 70 años, Joáo Havelange conserva su agilidad mental y buena parte de sus condiciones deportivas. Lo primero que pregunta cuando llega a cualquier hotel, naturalmente de superlujo, de cualquier ciudad del mundo es "¿dónde está la piscina?". Ahí, en la piscina, entre seis y siete de la mañana, el presidente de la FIFA recuerda sus buenos tiempos de excelente nadador.

Le gusta que se le considere como un ciudadano del mundo, presume de trabajar 19 horas al día por el fútbol, de haber Visitado alrededor de 150 países a lo largo de más de 18.000 horas de vuelo y de conocer todos los entresijos del fútbol mundial. Antes de acostarse, se repasa a fondo todas las notas que le presentan de lo ocurrido en el ámbito futbolístico. Quienes le conocen aseguran que es muy difícil que nadie le sorprenda en cualquiera de las múltiples reuniones y comisiones que mantiene siempre.

Al margen del deporte, Havelange es propietario de una importante flota de transportes terrestres en Brasil, controla numerosos negocios, alguno de, ellos de televisión tras haber comprado recientemente la red brasileña TUPI.

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