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Mueren tres jovenes en el incendio de un taller abandonado en Leganés

Tres jóvenes murieron en la madrugada del domingo en el incendio de un taller de carpintería abandonado del barrio de La Fortuna (Leganés). Manuela Leal, de 17 años; Fernando Martín Caballero, de 15, y Juan Antonio Moncó, de 19, se encontraban en el citado local con unos amigos cuando se produjo el fuego. Según testigos, el incendio tuvo su origen probablemente en una vela, ya que el local carecía de instalación eléctrica. Al menos cuatro jóvenes pudieron abandonar la nave, donde se reunían habitualmente, en medio de una densa humareda.

"Era como si viniera la guerra", recuerda alarmada una vecina, que apunta hacia el infinito para describir la altura a la que llegaban las llamas. Pasaban algunos minutos de las 2.30 del domingo y, el angosto callejón de San Juan Bosco se convirtió de pronto en un reguero de gente que contemplaba con impotencia el furor de las llamas en el interior del taller de carpintería.Desde la puerta del número 10 de calle de San Juan Bosco se contemplaba poco más que humo; las llamas se habían apoderado sobre todo del interior de la nave alargada. A duras penas lograron escapar cuatro jóvenes; otros tres quedaron rodeados por las, llamas y no consiguieron sobrevivir.

"Los bomberos llegaron pronto", comenta un testigo, "pero no pudieron hacer nada". Los tres jóvenes quedaron totalmente calcinados, y sólo se les pudo identificar gracias al hallazgo de pulseras, llaves y otros objetos. La existencia en el interior del taller de productos combustibles, como colas y pintura, sirvió para avivar el incendio.

La llama de una vela pudo ser el origen del fuego, comentaba más de un vecino que tuvo ocasión de hablar con alguno de los supervivientes. Los bomberos, sin embargo, no confirmaron este punto y mostraron cierta cautela a la hora de evaluar las posibles causas del incendio. La llegada de cuatro coches de bomberos y una decena de vehículos policiales causó la alarma en gran parte del barrio.

La fachada exterior del taller no parecía haber soportado un incendio. Las puertas metálicas, cerradas a cal y canto por la policía, no delataban la presencia fugaz de las llamas. Sólo a través de pequeños resquicios se adivinaba la presencia, de restos calcinados en el interior del local.

Desde la terraza

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Los padres de Manuela Leal, Amalia y Florencio, contemplaban desde la terraza de su casa las llamas que salían del taller abandonado, ignorantes del paradero de su hija. Ambos creían que Manoli se encontraba durmiendo en casa de una amiga. Cuando el incendio fue sofocado y ambos volvían con tranquilidad a la cama, un policía llamó a la puerta de su casa para comunicarles la noticia: Manoli había muerto en el incendio y su hermano Alfonso había escapado .por los pelos".

Manoli era la tercera de seis hermanos. Vivía con su familia en un angosto piso de la calle de San Julio, en la misma manzana donde se encuentra el taller. Desde la que era su casa, a la que se accede a través de una peligrosa escalera desde un patio interior, se ve perfectamente el tejado de la nave alargada del taller, con un gran boquete causado por las llamas.

En una pequeña casa colindante al lugar del siniestro vive Alfonso el sordo. Los vecinos golpearon insistentemente la puerta de la vivienda sin que Alfonso diera señales de vida. Cuando ya temían lo peor, Alfonso salió por fin de su casa con el semblante confuso. "Ese va siempre a lo suyo y no se entera de nada", comentaba una vecina al verle salir ayer por la tarde tranquilamente de su casa.

En el barrio obrero de La Fortuna, situado a poco más de 500 metros del aeropuerto de Cuatro Vientos, no se hablaba ayer de otra cosa. A lo largo del día varias decenas de vecinos se acercaban al lugar del siniestro y formaban pequeños corrillos. "No eran malos chicos", comentaba una vecina, "a pesar de las noches ruidosas que nos daban cada vez que decidían montar una juerga". El local era utilizado habitualmente por los jóvenes como lugar de reunión, especialmente los fines de semana.

El juez de instrucción de Leganés ordenó el levantamiento de los cadáveres, que fueron trasladados al depósito municipal de Fuenlabrada pasadas las tres de la madrugada. Los familiares pudieron identificarlos gracias a diferentes objetos que portaban.

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