_
_
_
_
Crítica:VISTO / OÍDO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La última vuelta

Álex Grijelmo

En un circuito de Fórmula 1, aunque sea nuevo, hay mucha gente que sabe cuándo es la última vuelta: los mecánicos, los comisarios, los pilotos que han abandonado, los jefes de equipo, los directores de escudería, el encargado del marcador electrónico, el que vende los bocadillos, incluso el público.Para los locutores de Televisión Española, en cambio, la cosa se complica.

Debe de resultar difícil atender al espectáculo y a la vez a los monitores. Así que parece imposible que alguna vez nos digan cuándo es realmente la última vuelta. No hay forma. Siempre anuncian una vuelta de más o una vuelta de menos. La verdad, hombre, con tanto ruido parece normal que no se puedan entender con nadie, preguntarle a algún propio, a un enterado, que por lo menos uno o dos habrá entre tanto personal. O preguntarle a un guardia. Pero el ruido es un inconveniente, y así no hay forma de entenderse.

Por eso nos robaron la carrera.

Era una mañana de domingo. Las emociones que el día iba a reservar comenzaban por la Fórmula 1 de Jerez. El adicto a TVE se las prometía muy felices. Una carrera disputadísima. Cinco en un pañuelo. Luego, cuatro; luego, tres. Mansell rodaba el primero, pero tenía los neumáticos gastados de tanto frenazo en el umbral de cada curva. Y en eso va y se arriesga. Y todos nos arriesgamos con él. Se para en los talleres y cambia las ruedas. Pierde 19 segundos y ahora va el tercero. Mientras, los locutores -Fernando Cubedo y Miguel Silva- intentan confirmar si es verdad lo que ellos mismos han dicho: que el Rey está presente en el circuito. Finalmente nos enteramos de que no está; pero Mansell ha pasado al francés Alain Prost, que era el segundo. Le ha aplastado ya 10 segundos a Senna, que va el primero. Y los locutores, que andaban buscando al Rey, nos cuentan que Mansell tiene problemas. ¿Que tiene problemas?, se preguntan los telespectadores. ¡Pero si acabamos de ver cómo rebasaba a Prost! Claro, quienes tenían problemas eran los locutores. Entre muchos que son y entre que estaban buscando al Monarca, de repente vieron solo a Prost y pensaron que Mansell se habría perdido en alguna esquina. Quizás lo hiciera para despistar, como en las películas. Y no. Estaba delante del francés, a buenos metros de ventaja. Por eso no le habían visto. Una vuelta tardaron en enterarse. El británico Mansell se aproximó a Senna. Sus nuevos neumáticos de última hora obraban el milagro. Apuraba en las curvas, aceleraba en las rectas, giraba a izquierda y derecha buscando el hueco para adelantar. Senna le hacía la puñeta: le cerraba, frenaba a deshora, se le ponía en medio. "Conduce a lo bestia", describen prosaicamente los narradores. Todos íbamos con Mansell subidos en el monoplaza. El brasileño Senna, como todos los brasileños, nos cae simpático. Pero eso de cambiar los neumáticos a última hora, lo de Mansell, era una quijotada que no podía pasarnos inadvertida.

Y así van los dos, pegaditos, caracoleando, Mansell adelanta a Senna. Senna adelanta a Mansell. Se juntan, se distancian. Y en esto nos damos cuenta de que reducen la marcha y que se paran. El brasileño levanta la mano. No sabemos si ha pinchado o es que está contento. No escuchamos la respuesta. Sólo ruido. ¿Ya se ha terminado?

Para los locutores, ni ésa era la última vuelta ni aquella raya blanca parecía la meta. Alguien había ganado y no sabíamos exactamente quién. No salía en primer plano el comisario de la bandera a cuadros y eso despistaba. Siempre había salido el de la banderita cuando se acaba la carrera. En el NO-DO, por ejemplo. Claro, esto era una trampa del realizador, el mismo que ofrece un plano de los talleres cuando Senna y Mansell casi se salen juntos de la pista en una curva comprometida. ¿Quién había pasado primero por la meta? ¿Dónde estaba la meta? ¿Cuándo se acabó la carrera?

Qué cruel situación. Estábamos presenciado algo importantísimo en directo, un espectáculo difícilmente repetido en la Fórmula 1. Todo ocurrió ante nuestras propias narices y no nos habíamos enterado.

Seguramente una imagen vale por mil palabras. Pero esta vez apenas dos palabras -penúltima vuelta- bastaron para estropear la mejor de las imágenes. Eso sí, quedaba precioso aquello que decían: "Ahora conectamos con los boxes".

Era mucho más fácil que conectar con la realidad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_