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El Barcelona acelera la agonía del Valencia

Alex Martínez Roig

El Barcelona acabó ayer con la agonía del Valencia, que ya sólo puede esperar el milagro de un indulto a su pena de descenso propiciado por un error del Cádiz. La agonía ha sido lenta y quizá ya comenzó hace dos años, cuando eludió el descenso en el último partido, frente al Real Madrid. Anoche, el equipo valencianista parecía resignado a su destino ya desde el primer minuto. Sentado en el banquillo, quizá preguntándose qué hacía él dirigiendo a un equipo tan nefasto, Di Stéfano contemplaba cómo sus defensas fallaban estrepitosamente en los marcajes y en los goles, cómo sus centrocampistas daban vueltas sobre sí mismos con miedo a soltar el balón, cómo sus delanteros eran superados en rapidez por jugadores tan poco veloces como Alexanco... Quedó claro que algún posible pacto para el reparto de los puntos habría sido imposible no solamente por la profesionalidad de los jugadores, sino también por el penoso espectáculo del Valencia, que habría hecho invendible algún resultado diferente del que se produjo.El Barcelona salió al campo relajado, sin Urruti, Migueli ni Víctor entre sus posibles titulares y sin forzar la recuperación de Archibald, Marcos, Calderé, Fradera o Moratalla, que quedan reservados para el encuentro del miércoles ante el Gotemburgo. El Valencia comenzó tenso, nervioso, como un hombre que está a punto de caerse por un precipicio y es incapaz de mover un solo músculo para evitarlo.

Las tracas de los esperanzados seguidores valencianistas sirvieron de poco. A los 16 minutos, el Barcelona, sobrio y eficaz, marcaba su primer gol, precedido de varias clarísimas oportunidades. No había trampa y los Pedraza, Urbano, Sánchez, Amador y Pichi cumplían con similar efectividad que los teóricos titulares. Las triangulaciones, las rápidas penetraciones por las bandas de Sánchez, Julio Alberto o Carrasco, eran acompañadas además por una noche especialmente feliz de Schuster, quizá en su mejor partido en 1986. La barcelonista era una superioridad total, sin contestación posible y que hizo exclamar a Di Stéfano: "Este Barga es de otra galaxia".

Era de otra galaxia porque en el Valencia nada funcionaba. Después de decenas de años en Primera, con títulos europeos incluidos, la situación del Valencia era ayer de quiebra total. Quique, Roberto y Tendillo, otrora internacionales, son ahora jugadores grises. Los jóvenes parecen proceder de una cantera que ya ha agotado todos sus recursos. Y los que vienen de fuera, caso de Sánchez Torres o Urruti, parecen haber sido adquiridos en unas rebajas por liquidación de existencias. Apenas ligaron jugadas.

El colmo de los colmos llegó cuando Tendillo regaló el tercer y definitivo gol a Schuster, cuando aún quedaba tiempo para una hipotética esperanza valencianista. Era un centro de Julio Alberto excesivamente largo y Tendillo tocó el balón hacia atrás para que marcase Schuster. Era el hundimiento total.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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