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Reportaje:

Los tenebrosos chicos de Le Pen

Miembros de una secta secreta y ex terroristas en el grupo parlamentario del Frente Nacional francés

Soledad Gallego-Díaz

La composición del recién creado grupo parlamentario del Frente Nacional (FN) empieza a provocar algunos escalofríos en Francia: dos antiguos terroristas de la Organización del Ejército Secreto (OAS), responsables de crímenes y atentados, y dos miembros de la muy secreta y poderosa secta Moon se sientan desde el pasado 16 de marzo junto a los otros padres de la patria. Jean-Marie le Pen les dio cabida en sus listas, y hoy son "respetables representantes del pueblo francés", según palabras del nuevo presidente de la Asamblea, Jacques Chaban Delmas.

Los contactos entre el FN y los seguidores del reverendo coreano Sun Myung Moon, no son, al parecer, cosa de ayer. Según un libro que se publicará la semana próxima en París, Gustav Pordea, el rumano que entró en el Parlamento Europeo en 1984 como diputado de Le Pen, no es un espía de Bucarest, como aseguraron algunos medios de comunicación, sino un infiltrado moonista, que trabaja en la secta desde hace siete años. Si se demuestran las acusaciones de la ex mujer del líder ultraderechista, según las cuales Le Pen recibió 500.000 dólares para financiar la campaña electoral de Pordea, lo más probable es que el dinero no viniera de Ceaucescu, sino del poderoso Moon.Los miembros de la secta prefirieron entonces mantener la operación en secreto, temerosos de que el Gobierno socialista dificultara sus movimientos. Ahora se sienten lo suficientemente seguros como para lanzarse a cara descubierta en la política interior francesa. Sus dos diputados, Pierre Ceyrac y Michel de Rostolan, no han ocultado nunca sus lazos con Moon. Ceyrac, ingeniero de 40 años, es el secretario general de CAUSA, la rama política de la Iglesia de Unificación del Cristianismo Mundial, nombre oficial del grupo creado en los años 50 por el extraño personaje coreano, vinculado a la CIA de su país.

Ceyrac, que es sobrino de un ex presidente de la patronal francesa y que está bien relacionado con medios financieros e industriales, ha sido el auténtico arquitecto de la instalación de la secta en Francia. El periodista Jean François Boyer, autor del libro mencionado, (El imperio Moon, Ediciones La Decouverte, 95 francos) explica que Ceyrac y Le Pen se conocen desde hace 15 años y que el dirigente moonista ha seguido paso a paso la carrera de su amigo. La Iglesia de la Unificación, escribe Boyer, tiene una fuerte dimensión comercial, pero también una base espiritual o, mejor dicho, política: luchar contra el socialismo y el comunismo, hasta su completa destrucción. No es extraño que los moonistas hayan encontrado en el Frente Nacional un lugar privilegiado ni que crean que es el mejor cauce para introducirse en la política institucional.

El 'imperio' Moon

El imperio Moon se sostiene sobre dos grandes empresas: una destinada, entre otras cosas, a la fabricación de armamento (Tong Il) y otra, a la comercialización de productos de la raíz guinseng (Il Hwa Pharmaceutical) todo ello, rodeado de centenares de pequeñas compañías.En Estados Unidos, la secta posee además una importante sociedad alimentaria, una flota pesquera (International Sea Food), dos empresas de construcción, una productora de TV y un importante grupo de empresa, amén de una conocida agencia de viajes. Suficiente para que, según un dirigente moonista, los beneficios superaran en 1984 los 500 millones de dólares, cifra que puede no ser cierta pero que de comprobarse supondría que la multinacional Moon es una de las 50 primeras empresas de todo el mundo.

Gracias a ese dinero y a las influencias de Ceyrac, la secta decidió implantarse en los años setenta en Francia. El número de adeptos no es muy numeroso, pero los moonistas han ido adquiriendo propiedades, entre ellas un castillo, y el famoso hotel Trianon, en el que se firmó la paz de Versalles (1919) y que ha costado aproximadamente 1.500 millones de pesetas.

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El dinero de los adeptos franceses (Ceyrac afirma que cuando era ingeniero de Citroën entregaba el 80% de su salario a su padre espiritual) va a parar al circuito comercial pero también, y muy especialmente, a financiar las cruzadas antisocialistas del reverendo coreano. Boyer explica que Moon apoya financieramente a la contra nicaragüense y que la Iglesia de la Unificación es uno de los principales sostenes del movimiento antisandinista que reagrupa a los indios miskitos (Misura).

"Le Pen y yo coincidimos en muchas cosas", explica Ceyrac con una amplia y relajada sonrisa. "Su programa para aumentar la natalidad de los franceses es un programa notable, casi diría que revolucionario". Resulta difícil pensar que este joven y dinámico ejecutivo cree, de verdad, que Moon habla con Jesucristo algunas tardes y que es su auténtico padre. Lo que está claro, en cualquier caso, es que Ceyrac no tiene aspecto de someterse a los duros y prolongados ayunos que se exigen a los restantes adeptos de la secta (para doblar su voluntad y puede pensarse que también para debilitar su cuerpo o su mente) y que tampoco ha renunciado a su famosa y rica familia carnal.

"El diputado moonista de Le Pen, pese a su aspecto pacífico y sonrisa encantadora", es en el fondo más peligroso que los antiguos terroristas que se sientan a su lado", comenta, indignado, un parlamentario socialista.

Sin embargo, la opinión pública francesa, que desconoce en general las actividades de la secta, se siente más inquieta al ver entrar en la Asamblea Nacional, de la mano de Le Pen, a dos antiguos dirigentes de la OAS, la organización proArgelia francesa que ensangrentó el país a principios de los años sesenta y que intentó incluso asesinar al general De Gaulle. Uno de ellos, Pierre Sergent, de 59 años, fue condenado a muerte en dos ocasiones y posteriormente amnistiado.

El otro, conocido bajo el seúdonimo de Pierre Dautrive, fue responsable directo de la colocación de numerosas bombas de plástico en lugares públicos. Sus crímenes y atentados, como todos los delitos relacionados con la guerra de Argelia, han periclitado, pero aun así su entradat triunfal en el Parlamento francés provoca más de un gesto de incredulidad.

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