La defensa de los condenados por el 'fusilamiento' en Abena culpa a la Prensa de la alarma por el hecho
Los defensores del capitán Carlos Alemán y del teniente Jaime Íñiguez, condenados por los sucesos ocurridos en Abena (Huesca), cuando, durante unas maniobras militares, se llevó a cabo un simulacro de fusilamiento a dos supuestos confidentes, culparon ayer a la Prensa de la alarma surgida entonces durante la vista del recurso de casación presentado contra la sentencia. La defensa de los encausados negó el delito de desobediencia, en el que insistió el fiscal, según Efe.El recurso de casación contra la sentencia del consejo de guerra de Zaragoza que condenó al capitán Alemán a cinco meses de prisión y al teniente Íñiguez a cuatro fue visto ante el Consejo Supremo de Justicia Militar, presidido por el teniente general del Aire Emiliano Barañano Martínez. Los militares inculpados no asistieron a la sesión, aunque entre la docena de personas presentes se hallaba el teniente general Alemán, padre del capitán Carlos Alemán.
El letrado Martín Ibarra, defensor del capitán Alemán, recordó los hechos acaecidos en Abena el 6 de junio de 1984, con ocasión de unas maniobras militares de la Compañía 62 de Operaciones Especiales (COE). En el marco de estas maniobras contra guerrillas, el capitán Alemán ordenó al teniente Íñiguez que cercara el pueblo, donde viven 35 vecinos, y castigara a los confidentes en un simulacro de fusilamiento, aunque previno que se avisara del carácter de simulacro a los fusilados y a los espectadores, que se hiciera a las ocho de la tarde en su presencia y que se suprimiera si observaba inquietud en la población, según su defensor.
Ibarra aludió al comandante Moisés Sánchez, a quien no le pareció bien el simulacro, por lo que el capitán Alemán optó por regresar inmediatamente a Abena y ordenar la suspensión de la operación, que ya había sido realizada. El defensor insistió en que, al llegar al pueblo, el capitán pidió excusas, tomó vinos con los fusilados y les invitó a denunciar los hechos si lo consideraban oportuno.
"En el pueblo no pasó nada aquel día ni al siguiente", hasta que "de repente la Prensa se desborda", coincidiendo con el asalto a Radio Jaca, añadió Ibarra, quien insistió en que la alarma llegó al pueblo con "la invasión de la Prensa".
Ibarra negó que hubiera inexactitud en el cumplimiento de las órdenes, como sentenció el consejo de guerra, por estimar que no se dio orden concreta alguna, ya que las únicas al respecto son las incluidas como normas en las maniobras de guerrillas y contraguerrillas.
Por su parte, Isabel Toral, defensora del teniente Jaime Íñiguez Andrade, insistió en los mismos argumentos y precisó que en el pueblo pudo haber curiosidad, pero no inquietud o alarma, lo que confirmó por no haberse formulado quejas al capitán Alemán después del incidente.
Afirmó que "lo que después se ha forjado en la imaginación de otras personas" no guarda relación con este hecho, y en este sentido dijo que "la Prensa no ha dicho más que mentiras" y "la alarma fue por la Prensa".
En su alegato, Isabel Toral precisó que el teniente Íñiguez ordenó que las balas de fogueo fueran disparadas con los fusiles desviados verticalmente sobre las cabezas y consideró que "ya fue suficiente el correctivo" impuesto a su defendido, en quien no hubo intencionalidad. El fiscal reiteró que no se trata de un delito de alarma, sino de desobediencia. El fallo del Consejo Supremo de Justicia Militar se dará en el plazo de ocho días.
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