Los toros

Leo noticias en EL PAÍS sobre un posible debate en el Parlamento Europeo para tratar de las corridas de toros. No existe razón para que ese Parlamento tenga autoridad moral para pronunciarse al respecto, o al menos tiene la misma que para hacerlo sobre otras cosas, como el boxeo o las salidas masivas de vacaciones en automóvil, por ejemplo.Mientras exista un espectáculo como el boxeo y muchos ciudadanos dispongan de licencia para conducir armas (los automóviles), los toros serán un espectáculo que se puede calificar de educativo.

El horror por la sangre y el sufrimiento de los animales que muchos sienten no deja de ser hipócrita cuando en las carreteras se desangran seres humanos todos los días. Los educados en ese insano horror dejarían desangrarse a un accidentado para no manchar la tapicería de su coche con el fatídico líquido, y se irían del lugar con la frase de: "Vámonos Martha, esto no nos concierne", muy típica de un país donde florecen las sociedades protectoras de animales.

Los defensores de los animales podrían argüir que sería mejor una pugna de boxeo, puesto que en ella hay peligro (similar al del toreo), a veces sangre, y además los que suben a la lona lo hacen, ambos, por voluntad propia. Cierto, pero lo que verdaderamente hay que enseñar es el respeto a la vida humana y que lo demás es accesorio a él. Una educación civilizada exige saber respetar al prójimo, incluso cuando éste esté dispuesto a dar y a dejarse dar de trompadas.

No es tampoco cierto que los toros puedan enseñar a maltratar a los animales; la diferencia entre maltratar un perro o torear está en el riesgo que corre el torero, y es la misma diferencia que hay entre cobardía y valentía.-