Luis Bambaren Gaztelumendi,
obispo de la localidad peruana de Chimbote, interrumpió la actuación de un circo el día de Viernes Santo porque, con su rnúsica y algarabía, impedía la celebración de los oficios religiososen un templo cercano. El prelado, conocido como el obispo de las barriadas, fue avisado por el párroco de que el escándalo que hacía la gente del circo no permitía conmemorar las santas fechas con la unción debida, y, seguido de 2.000 fieles, se personó en la carpa y pidió al administrador que interrumpiera la función. Ante la enérgica admonición del prelado, payasos y bailarinas del circo Moscú, pues éste y no otro era su nombre, cayeron de rodillas y rezaron, al igual que el público asistente.
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