_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Figura de los tiempos modernos

1. El problema figurativo en la arquitectura modernaEl problema final con el que se enfrentó la arquitectura y los arquitectos de vanguardia fue el de producir un lenguaje capaz de ser entendido como figuración de la nueva situación técnica y metropolitana de la sociedad occidental.

Hay una interpretación ingenua que relaciona directamente la nueva tecnología, ligada a materiales de construcción no habituales en el pasado, con el llamado lenguaje del movimiento moderno. Pero esta explicación olvida la fundamental mediación que debe existir en todo proceso de comunicación entre las, condiciones materiales de producción de un determinado objeto y su comprensión como estructura portadora de un contenido estético preciso. Tampoco es cierto el razonamiento que establece el contenido estético de la arquitectura como la expresión inmediata de las ilusiones ideológicas de un grupo social sin fijarse en el proceso de mediación que ineludiblemente debe existir para que estas ilusiones adquieran una representación no sólo plausible sino persuasivamente eficaz.

En ambos casos, la, originalidad estética sólo se produce en el momento en que se alcanza a trascender la simple presentación empírica de unos nuevos contenidos mediante la estructurada representación de los mismos, a través de un sistema lingúístico a la vez nuevo y redundante, capaz, en el caso de la arquitectura y de las artes visuales, de dar figura peculiar a la nueva situación técnica e ideológica.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El gran desafío de la arquitectura europea de los años de entreguerras, en. nuestro siglo, consistió precisamente en la afanosa búsqueda de estos procedimientos de mediación, figurativa con los que dar a entender socialmente la nueva tecnología de la construcción de edificios y la nueva realidad del hombre metropolitano. Aquellas arquitecturas querían no sólo organizar y racionalizar la nueva situación, sino sobre todo representarlas en su significado, social y antropológico.

La cultura europea, por lo menos durante cinco siglos, había disfrutado en la foucaltiana edad clásica de un lenguaje arquitectónico adecuado a las técnicas de construcción y a la estructura protocapitalista de las ciudades. La convención del lenguaje clasicista del Renacimiento, después convertido en gramática codificada de todos los academicismos, se basaba en la supuesta naturalidad de sus principios y en la perennidad de sus formas. No sólo el repertorio de los órdenes clásicos y de sus elementos constructivos pertenecía a aquella suerte de segunda naturaleza edénica que había sido el mundo antiguo, sino que sus reglas sintácticas de concordancia, proporción y simetría eran interpretadas como figuras del mismo orden natural del mundo. El fundamento del lenguaje estético que hacía inteligible la arquitectura, permitiendo disfrutarla, enjuiciarla y enseñarla, estaba no sólo socialmente admitido gracias a una secular difusión de sus principios, sino que era el vehículo figurativo a través del cual la experiencia tanto de lo natural como del artificio de la ciudad se podían reconocer armónicamente concordantes.

2. La contribución de Mies van der Rohe

La transcendencia de la obra de Mies van der Rohe como arquitecto de los tiempos modernos, y cuyo centenario de su nacimiento se cumple esta semana, debe explicarse por su aportación a este proceso de nueva figuración al que la cultura del siglo XX estaba abocada de modo inevitable.

El rascacielos de cristal para Alexanderplatz (1921) y el edificio de oficinas en hormigón (1923) para Berlín; el pabellón de Barcelona (1929) y la casa-Tugendhat (1930); el Crown Hall de Chicago (1956) o el Seagram Building de Nueva York (1958) deben ser entendidos, junto con la mayor parte de la producción construida o sólo proyectada por, este arquitecto, como una de las más poderosas contribuciones en el proceso de mediación para hacer de la construcción de los nuevos edificios de la moderna metrópoli la representación tanto de las nuevas condiciones técnicas de su producción como de los contenidos culturales de las sociedades en las que se producen.

La obra de Mies van der Rohe es todo lo contrario de una inmediata exposición de nuevos hallazgos constructivos.

Conseguir que la sección cruciforme de un pilar formado por cuatro perfiles laminados en forma de "L" y carenado con un envoltorio de plancha de acero cromado aparezca ante nuestros ojos como la más pregnante imagen de los recursos ofrecidos por la producción masiva de acero se consigue precisamente sacrificando la óptima utilización de las condiciones del material empleado en favor de una comprensible presentación del mismo.

Resolver una fachada de cristal, con sus condiciones de acondicionamiento ambiental por procedimientos mecánicos y con la decidida separación entre los elementos de cerramiento y la estructura puramente portante puede no tener en el diseño ortogonal de los rascacielos miesianos la expresión más apurada de los mejores rendimientos de los recursos empleados. Sin embargo, sus muros cortina aparecen ante nuestros ojos como una explicación plausible, clara y formalmente económica del dispositivo técnico empleado.

Construir una silla a partir del armazón continuo de un tubo cromado de acero, como en el elegante modelo "MR" que Mies van der Rohe diseñara para la exposición del Weissenhof, en 1928, proponiendo una homogeneización de funciones tan dispares como puedan ser las de soporte del respaldo, la formación del asiento y el apoyo del suelo, puede ser de una dudosa eficacia en cuanto a estabilidad o en cuanto a la sencillez de su producción mecanizada en serie, pero no podemos negar que constituye un verdadero manifiesto en favor de un modo distinto, inteligible y evocador de la nerviosa vida metropolitana, con, una capacidad de representación de estos contenidos a la que no llegan ni los mecanismos de las viejas sillas articuladas ni el evasivo-neoartesanismo de los muebles de maderas torneadas.

El funcionamiento ingenuo, desde Plotino hasta Sullivan, pensó que la más ajustada utilización de un material a sus prestaciones técnicas comportaba el más elevado grado de racionalidad y, como consecuencia, de inteligible belleza.

La obra de Mies van der Rohe nos ha enseñado que la más persuasiva presentación de los nuevos recursos técnicos no está ligada a su optimización técnica sino a su buena apariencia. El problema estético de la arquitectura moderna se plantea, en el límite, no tanto como una exigencia de sinceridad o como el resplandor de la lámpara de la verdad reclamada por John Ruskin, sino, sobre todo, como la trabajosa búsqueda de unas claves figurativas que sinteticen, con vigor y claridad, las nuevas formas y los nuevos contenidos.

3. Innovación y redundancia

En la obra de Mies van der Rohe estos hallazgos figurativos se consiguen a través de una cuidadosa estrategia de elaboración del significado. Por una parte, existe un abundante repertorio de innovaciones plásticas ligadas a la experimentación con formas abstractas tal como el arte de vanguardia las estaba ensayando en aquel momento. A pesar de haber manifestado en más de una ocasión su distanciamiento del neoplasticismo holandés y del constructivismo ruso, la importancia de la nueva sintaxis propuesta por estos movimientos es decisiva en el desarrollo del lenguaje moderno de la arquitectura miesiana. Pero lo que hace que estas relaciones abstractas entre formas y espacios geométricamente simples se conviertan en una fuerza persuasiva realmente inigualada son, paradójicamente, los procesos de redundancia que el mismo Mies establece en sus proyectos.

Redundancia, en primer lugar, como reiteración de un número reducido de soluciones. El more is less (menos es más) miesiano debe entenderse no tanto como un ascético despojamiento de lo que se considera superfluo, sino, a nuestro juicio, como una, invitación a la insistencia y a la repetición en torno a un número limitado de problemas. Al igual que la arquitectura clásica griega fue capaz de crear el lenguaje codificado de los órdenes precisamente por su redundante insistencia en un número limitado de problemas -la columna, el entablamiento, el edificio del templo como exclusivos campos de, machacona experimentación-, así también en Mies van der Rohe la polifacética problemática de la moderna edificación se concentra voluntariamente en un número también limitado de cuestiones-sistemas separados de es tructura y cerramiento, elabora ción de la pilastra y del dintel horizontal, espacios concentrados y universales, edificios en pabellón o rascacielos producidos por simple adición de plántas iguales. Podemos incluso advertir que el trabajo miesiano, con esta orientación selectiva, ha sido tan poderoso que es tal vez el único de los maestros del mo vimiento moderno que, aolemás de crear su propia arquitectura, ha sido capaz, en su etapa americana, de crear una verdadera escolástica: un talante no tanto definido por los concretos detalles normales con los que se solucionan ciertos problemas, sino sobre todo por las intenciones selectivas con las que se abordan las cuestiones de diseño de la edificación contemporánea.

Pero el carácter reduridante del lenguaje miesiano aparece también desde otro punto de vista: su complicidad con la tradición. Cuantos han analizado, la obra miesiana no han dejado de señalar su relación con la tradición clasicista académica del siglo XIX tanto a través de su aprendizaje con Peter Barhens como a causa de su interés y admiración por la obra e Schinkel.

A nuestro juicio, con ser ciertas ambas referencias, el llamado clasicismo de Mies van deir Rohe es, sobre todo, un factor estabilizador, capaz de producir iriteligibilidad y continuidad en sus propuestas figurativas.

Precisamente porque, en el límite, el lenguaje radicalmente nuevo sería incomprensible, sólo es posible avanzar en la proposi-

Pasa a la página 12 Figura de los tiempos modernos

Viene de la página, 11

ción de nuevas formas manteniendo un principio de redundancia, es decir, manteniendo una cierta referencia a lo ya codificado y socialmente aceptado precisamente como soporte de lo culturalmente innovador y estéticamente no asimilado.

La figuración miesiana, trámite de sus complicidades con el clasicismo académico, encuentra el punto de apoyo necesario sobre el que construir el lenguaje de sus nuevas, económicas y reiterativas propuestas.

4. Significado actual

Tal vez por ello, en el momento presente, el significado de esta arquitectura sea, en cierto sentido, ambivalente. La consideración y el interés que merece hoy la obra de Mies van der Rohe oscila entre una valoración popular negativa y una valoración altamente apreciada en los círculos más exigentes de la producción arquitectónica actual.

El reduccionismo miesiano y también, por qué no decirlo, una cierta trivialización de sus soluciones parciales fácilmente repetibles es el que da lugar al estereotipo de un Mies van der Rohe que se presenta como el gran culpable de la pobreza y Monotonía de las downtowns americanas y de los edificios públicos uniformes y banales universalmente difundidos. Para un cierto posmodernismo demagógico es mejor olvidar a Mies y sus sempiternos detalles constructivos, su retórica del vidrio y del acero y sus tipos arquitectónicos bien definidos, aunque sea a costa de reproducir la parafernalia carnavalesca de todas las recuperaciones de manual de las arquitecturas históricas.

Pero la superficialidad de estas críticas no parece alcanzar el núcleo de la cuestión planteada por la misma obra de Mies van der Rohe, que no es otra que la de la necesaria representación de las condiciones de la construcción moderna la necesidad de su figuración comprensible y llena de significado.

Quienes niegan el valor del trabajo miesiano y proponen archivarlo sustituyéndolo por viejos decorados y sastrerías de antaño tal vez no advierten que ellos mismos se debaten con el problema de la. figuración y que proponen la reutilización de los vicios lenguajes históricos como un revival tranquilizador frente a la inquietante dificultad de figurar lo moderno.

La obra de Mies, repetida, mejor o peor utilizada, sigue alzándose, sin embargo, como uno de los más empeñados trabajos por encontrar esa figuración que precisamente ahora se le niega. Comprometiéndose con la vida metropolitana y con la tecnología del presente, trazándose unos exigentes límites y buscando una tensa confrontación entre la innovación y los lenguajes ya consolidados de la tradición clásica, la obra, el método y los hallazgos miesianos constituyen todavía hoy una de las más radicales orientaciones, lejos de toda utopía o de toda evasión, para la profundización en el lenguaje de la arquitectura verdaderamente moderna.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_