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ELECCIONES LEGISLATIVAS EN FRANCIA

Ninguno de los tres líderes de la derecha parece dispuesto a renunciar a la presidencia

Soledad Gallego-Díaz

Jacques Chirac, Raymond Barre, Valéry Giscard d'Estaing... El centroderecha francés acude a las elecciones legislativas del próximo domingo, día 16, teóricamente unido pero con tres señores de la guerra, tres políticos igualmente ambiciosos que no parecen dispuestos a ceder en su propio juego para favorecer el de sus compañeros. El RPR (Asamblea para la República) y la UDF (Unión para la Democracia Francesa) pueden obtener la mayoría absoluta en la próxima Asamblea Nacional, según indican los sondeos, pero no es seguro que logren mantenerse cohesionados hasta 1988, fecha de las elecciones presidenciales.

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La unión RPR-UDF arrancó a principios de enero, con extraordinaria fuerza, todos los cálculos le concedían un 55%, de los votos. Durante la campaña se redujo el margen, pero sigue siendo posible que se haga con más de la mitad de los escaños. Para mayor tranquilidad, los sondeos indican que el ultraderechista Frente Nacional está retrocediendo, lo que aleja el peligro de tener que recurrir a Jean Marie Le Pen para obtener el control absoluto del Parlamento.El 16 por la noche los señores de la guerra contarán sus votos, pero también la relación de fuerzas entre ellos mismos. Si la victoria es aplastante, Jacques Chirac, líder del RPR y alcalde de París, tiene muchas posibilidades de que el presidente de la República, François Mitterrand, le ofrezca el cargo de primer ministro. Chirac ha preparado cuidadosamente el camino, desdramatizando la cohabitación y ofreciendo una coexistencia pacífica, siempre que el Elíseo no intente sabotear la puesta en marcha de su programa político.

La estrategia del RPR es, en este caso, clara: utilizar Matignon y los dos años que quedan hasta las elecciones presidenciales para potenciar la figura de Jacques Chirac, un hombre lleno de energía y de experiencia que, sin embargo, no consigue competir en popularidad con otros posibles candidatos de la UDF.

Los diferentes partidos que integran la coalición Unión para la Democracia Francesa no están de acuerdo con esos cálculos y no lo ocultan. Creen que los resultados de las legislativas demostrarán que no hay tanta diferencia entre ellos y el RPR, quizá una veintena de escaños, y que en el caso de que Chirac sea nombrado primer ministro, la UDF tiene derecho a ocupar varios ministerios clave. Valery Giscard d'Estaing, que sufrió una amarga travesía del desierto tras su derrota de 1981, haría entonces una reaparición espectacular como ministro de Economía y Finanzas y otros dirigentes centristas, como el joven y prometedor François Leotard, reclamarían también puestos de relieve. Si la victoria conjunta RPR-UDF fuera menos aplastante de lo anunciado, o si la relación de fuerzas entre ellos fuera realmente desdeñable, se abrirían además otras posibilidades para François Mitterrand, que puede estar tentado de encontrar en las filas centristas alguna personalidad con la que no sea tan problemático coexistir. Los candidatos no faltarían, desde el propio Giscard hasta la ex presidenta del Parlamento Europeo, Simone Veil, pasando, incluso, por una personalidad moderada del RPR, el ex primer ministro Jacques Chaban Delmas.

"El político más preocupado en Francia por la posibilidad de que Chirac llegue a Matignon no es François Mitterrand sino Raymond Barre", aseguran, irónicos los portavoces socialistas.

Barre, independiente asociado a la UDF, ha anunciado que será candidato a la presidencia en 1988 y no tiene ningún interés personal en que el alcalde de París triunfe como primer ministro. Por eso, y porque está convencido de que un enfrentamiento institucional provocaría una grave crisis en la V República, se opone a la cohabitación y anuncia que no dará su apoyo a ningún Gobierno dispuesto a compartir el poder con Mitterrand.

"Raymond Barre, que no ha dudado en lanzar duros ataques contra lo que él llama el microcosmos político, es decir la unión RPRUDF, sería el primero en beneficiarse de un enfrentamiento entre el presidente Mitterrand y el primer ministro Chirac", según fuentes próximas al Partido Socialista.

Los barristas, por su parte, aseguran que el dirigente del RPR no tiene "categoría" para oponerse al astuto Mitterrand y que saldrá siempre perdedor en el caso de lanzar un pulso al Elíseo.

"Lo importante ahora no es repartir carteras entre nosotros", explican en los cuarteles generales de Chirac, "sino ganar de la forma más neta posible las elecciones". La batalla interna no se desatará hasta que Mitterrand designe al nuevo primer ministro, aunque los principales protagonistas estén ya afilando sus espadas.

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