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Rally de Portugal

Los pilotos no garantizan la seguridad del público

El abandono de la prueba por parte de los pilotos profesionales extranjeros, actitud apoyada por los directores de las representaciones oficiales de marcas, ha venido seguida de un comunicado en el que subrayan que no pueden garantizar la seguridad de los espectadores. El miércoles murieron dos, y 34 resultaron heridos, arrollados por el coche de Joaquim Santos.

El comunicado divulgado horas después del accidente, el miércoles, y firmado por los 11 pilotos más famosos y sus compañeros de equipo (Rohrl, Pond, Blomqvist, Kankkunen, Toivonen, Grundel, Salonen, Wilson, Alen, Biason y Duez), subraya que el accidente no fue de la responsabilidad del conductor, ni debido a un fallo del coche o a su velocidad, sino a una situación "muy especial aquí, en Portugal, y frente a la cual sentimos que no es posible para nosotros garantizar la seguridad de los espectadores".También precisa la nota que Joaquim Santos, como minutos antes Timo Salonen, tuvo que hacer una maniobra peligrosa para evitar atropellar a unas personas que se encontraban en medio de la carretera.

Más drásticamente, algunos pilotos, entre ellos Timo Salonen, líder del campeonato mundial, prometieron "no volver nunca a Portugal" hasta que sean modificadas las condiciones de seguridad del rally.

Especialistas y técnicos consideran que la indisciplina de los espectadores lusos es apenas un caso límite dentro del problema más general, que afecta la seguridad de las pruebas de automóviles en carretera. Por un lado, el público aficionado a este tipo de deportes es cada vez mayor, constituido por jóvenes y niños, muchas veces en grupo, con todos los problemas que esta composición del público acarrea en materia de seguridad. Por el otro, las velocidades que se alcanzan en los rallies son ya semejantes a las que hace aún pocos años sólo se alcanzaban en circuitos cerrados.

El problema de la seguridad de este tipo de competiciones no es de fácil solución, dada la contradicción existente entre los intereses comerciales y la necesidad de limitar el número y la proximidad del público para garantizar su seguridad.

La Prensa portuguesa era unánime ayer en afirmar que hasta ahora "sólo un milagro" evitó un accidente de proporciones mayores que el que enlutó, el miércoles, el Rally de Portugal.

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