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BALONCESTO

El Real Madrid pierde la penúltima oportunidad de estar en la final de la Copa de Europa

Luis Gómez

ENVIADO ESPECIALEl Real Madrid está obligado a vencer por más de 18 puntos al Zalguiris, soviético, el próximo jueves, para estar en la final de la Copa de Europa. Y, en esa hipótesis, lo más lógico es que su rival sea el Cibona. ¿Habrá un sexto enfrentamiento con Petrovic? La respuesta está en el aire, pero, a la vista de los cinco partidos ya jugados entre ambos equipos en los dos últimos años y con la monótona circunstancia de la presencia de este genial jugador, casi parece evidente que es más fácil conseguir esos 18 puntos que vencer al pérfido adversario yugoslavo.

El Real Madrid está pagando un precio muy caro por este jugador, hasta el punto de que se multiplican las opiniones que optan por comprar al enemigo. Eso se llama fichar a Petrovic y, curiosamente, el Real. Madrid empieza a no descartar esa idea.

A fe que el día que el Real Madrid gane al Cibona habrá noticia. La historia de los cinco últimos enfrentamientos presenta ya un desarrollo monocorde, con un solo protagonista, idénticas víctimas y, siempre, el mismo final, con idénticas escenas de humillación madridista. Ahora bien, cabe preguntarse si alguien sabe cómo el Real Madrid puede ganar al Cibona. Y, aunque parezca mentira, Lolo Sainz lo sabe, si bien no llega a conseguir aplicarlo. Pero también lo sabe Alfonso del Corral, jugador defensivo inasequible al desaliento que preparó su partido con Petrovic especialmente.

El Real Madrid disfrutó de media victoria sobre Petrovic. En los 10 minutos finales de la primera mitad, con un porcentaje del 82%, con un ligero dominio del rebote pero un alto control de las faltas personales, el Real Madrid se dirigía a alcanzar una ventaja de 10 puntos, que, sin embargo, nunca consiguió Lolo Sainz se había esforzado durante muchos minutos en obligar a su jugadores a no efectuar ayudas sobre Del Corral, marcador de Petrovic, porque hay una constante estadística que debe ser aprovechada: Petrovic no suele superar el 50% de aciertos. Ayer, a pesar de sus 43 tantos, 18 de ellos producto de seis triples, cosechó un balance del 49%. En ese punto, coincidían Lolo Sainz y Del Corral.

"Tenemos que establecer un matiz: no debemos plantearnos ganar a Petrovic, sino obligarle a que gane al Real Madrid; él nos tiene que ganar a nosotros y no nosotros a él", decía Del Corral 24 horas antes. Mientras Petrovic se vio responsabilizado ante la imagen de un rival poderoso, entró en baches de juego, falló tiros consecutivos, no encontró el debido apoyo de sus compañeros y, finalmente, se vio forzado a acciones precipitadas. El Real Madrid había hecho, también, 12 minutos impecables en defensa, con una sola personal.

Del Corral estuvo clarividente porque también 24 horas antes demostró estar en lo cierto: "Jugaré a tope, pero presiento que, cuando él sienta que le molesto, comenzará a utilizar sus trucos. Ahí dependeré de los colegiados".

Petrovic, cuando el Madrid se lanzaba hacia los 10 puntos de diferencia, se las arregló para provocar, en pocos minutos, siete personales. Ello significó que Del Corral se sentara. Era un hombre valioso porque estaba convencido de haber encontrado la solución.

Pero todo acabó en humillación, aunque esta vez menos aparatosa. La lección del primer tiempo, la reacción que le permitió al Madrid superar la fulgurante salida del Cibona -10 puntos de ventaja en cuatro minutos, mientras Petrovic levantaba las masas con 16 puntos- quedó neutralizada al principio de la reanudación.

Petrovic provocó el empate y activó algunas provocaciones más. Y el Real Madrid se descompuso porque sus encuentros con el Cibona parecen pender de un hilo. La actuación general del equipo, perdida su concentración ofensiva y desatendido el rebote, no hizo pensar ya que fuera posible algo distinto de la derrota.

El Real Madrid llegó a rozar la perfección, pero una sola desviación, no dominar totalmente el rebote, le impidió alcanzar la victoria. Al menos ayer, con ese triunfo de la primera parte, pudo extraer las consecuencias más positivas de esta reciente, penosa, pequeña y particular historia de cinco citas con Petrovic.

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