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FÚTBOL / COPAS DE EUROPA

La reyerta entre Juanito y Stielike acaparó la atención en el estadio Bernabéu

Dos espectáculos se superpusieron ante los ojos de los aficiona dos: el partido, intenso, duro, bueno y con bastantes jugadas de gol, y la reyerta entre Juanito y Stielike, que fue creciendo con el curso del encuentro y llegó al punto cumbre en el minuto 70, con una espectacular agresión del alemán al de Fuengirola. Entre ambas cosas, el público madridista vivió una noche de emoción y se marchó satisfecho por la renta de tres goles y con una convicción: tener a Stielike en su equipo es algo muy deseable, pero tenerlo enfrente no.La nostalgia por el reciente pasado de Stielike en el Madrid y el cariño al antiguo héroe de la casa duraron poco. Justo, lo que el calentamiento del Neuchâtel sobre el terreno. Pero a los 10 segundos de iniciado el encuentro Stielike hizo su primera entrada dura y en falta. Y 10 segundos después era él el alcanzado por una entrada igualmente dura y antirreglamentaria. No cabía duda: Stielike era enemigo.

En torno a Stielike el Neuchâtel se definió pronto como un equipo incómodo, aficionado a recurrir a la trampa del fuera de juego, a robar tiempo en cada ocasión y a entrar en falta cuando el rival se escapa. Enfrente, el Madrid trataba de contrarrestar la defensa suiza con balones largos a una de las dos bandas, para la aparición del que venía de atrás, y ese juego encontraba casi siempre eco en las llegadas de Michel, el mejor, con mucho, durante el primer tiempo. Cuando no había esta posibilidad y el juego se atascaba, se recurría al centro alto y pasado hacia la cabeza de Valdano. Y, si no, se intentaba la jugada por bajo, recurriendo a Hugo Sánchez, que hizo un magnífico encuentro, a pesar de encontrar poca compañía en Butragueño.

Con eso se vio un primer tiempo de intenso forcejeo, en el que el Madrid presionaba y creaba ocasiones, pero remataba menos y peor de lo que hubiera querido.

Pero sobre el espectáculo del encuentro fue emergiendo la pelea, Juanito-Stielike, que, si al principio era sólo un detalle, fue creciendo y, empequeñeciéndolo todo a su alrededor. El de Fuengirola y el alemán se han llevado mal siempre y quizá estaban deseando desde hace tiempo verse las caras con distinta camiseta. Y a fe que aprovecharon la ocasión. Poco a poco, fueron buscándose más y más, dejando la pierna con mala uva en los choques y entregándose gozosamente a un duelo que hacía saltar chispas. El Madrid quería jugar, pero cada balón que llegaba a Juanito se perdía, bien por la intervención de Stielike o bien por que el madridista, tan concentrado en su pelea, perdía el tino.

Finalmente, un escupitajo a la cara, visible por todo el estadio, de Juanito al alemán descompuso decisivamente, a éste, que, a la primera oportunidad, le lanzó al de Fuengirola una patada a la cabeza que puso los pelos de punta. Juanito reaccionó justo a tiempo para recibir el impacto en un hombro, pero, pese a ello, resultó dañado. Molowny, con buen juicio, decidió reemplazarlo por Santillana.

A todo esto, en los minutos más febriles del combate, Michel había encontrado un resquicio para marcar el 2-0.

Dos goles ya eran una diferencia preocupante para el Neuchâtel, que tuvo que abrirse en busca de ese gol fuera que tanto vale en estas competiciones. Pero no tenía fuerza para apretar y, al tiempo, abrió, por pura necesidad, espacios atrás que la calidad del Madrid explotaba con facilidad. Gallego rompió a jugar bien, Hugo se fue creciendo, Santillana aportó mucho y Butragueño mejoró algo. Eso dio paso a un final cargado de contraataques y de ocasiones de gol y a un tanto de Butragueño que con esta acción y con la que facilitó el primero a Hugo compensaba casi todos sus despistes anteriores.

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