EI fantasma de Mankiewicz

El esquema se reduce, poco más o menos, al de los grandes títulos del terror gótico: una mujer enviuda y en su soledad, compartida con hija, decide alquilar un viejo castillo. Es uno de esos castillos propicios a la presencia del conde Drácula, que provoca espanto entre los lugareños con sólo mencionarlo. Después de tanto cine visto, a uno le daría un miedo indescriptible acercarse a tan lóbregos espectros. Pero Gene Tierney, nuestra bella heroína, o no ha visto mucho cine o tiene un coraje digno de mejores causas. Desobedeciendo los consejos amigos, llega al castillo, que, claro está, tiene fantasma. El fantasma de un extinto marinero poco deseoso de abandonar el mundo de los vivos.Hasta aquí el terror gótico. Empieza la comedia gótica. Porque el fantasma del marinero, a pesar de ciertos malos modales y una lengua sucia, es muy simpático y todo corazón. Para ayudar a la precaria economía de la Tierney, el cruzaparedes dicta sus propias memorias, que ella publicará con su nombre en olor de multitudes. Las barreras invisibles que separan lo vivo de lo muerto se hacen notorias entre ellos al surgir -estaba claro- el amor.

No es ninguna tontería esta historia. Parte de un guión muy ingenioso de Philip Dunne y cobra cuerpo en una puesta en escena muy elegante de Mankiewicz. Su sutil equilibrio, que tanto sirve para el llanto. como para la sonrisa, evita aquí lo que en otras manos hubiera sido inevitable: reírse de su fantasma. En efecto, éste se nos descubre como algo natural, sin que en ningún momento se juegue al chiste fácil. El fantasma y la señora Muir es divertida, hilarante y una gran parte de su atractivo lo ejercen sus actores: bellísima, como siempre, Tierney, y extremadamente juguetón y sobrio Rex Harrison. Sin olvidar a Georges Sanders, que en esto de los castillos se las pintaba que era un contento.