La previsible abstención convierte a Freitas en favorito
Los portugueses acuden hoy a las urnas para elegir a su próximo presidente, el primer civil en el palacio de Belem desde hace 60 años. Esta campaña electoral -la más larga en el vecino país desde que se instauró la democracia- ha estado marcada por una profunda radicalización verbal instigada por el socialista Mario Soares contra el centro-derechista Diogo Freitas do Amaral. Las dos candidaturas prevén un apretado resultado final. La abstención, favorecida por las inclemencias climatológicas, y las características del universo electoral en que Soares ha de recoger sus votos convierten al conservador Diogo Freitas do Amaral en favorito.
Soares, con el 25,4% de los votos en la primera vuelta, no ha escatimado medios para superar el 46,3% logrado por Freitas en enero. El líder socialista, que hasta hace tres semanas cortejó al electorado de centro-izquierda y atacó violentamente a todo lo que calificaba entonces de radicalismo izquierdista, ha tratado ahora de ganarse a este electorado, que sumó más del 28% de los sufragios, presentándose como el único capaz de hacer frente a lo que él dice es radicalismo de derecha.La estrategia de la candidatura socialista ha sido la de unir a la izquierda portuguesa contra lo que considera una amenaza de las fuerzas "revanchistas, nostálgicas y reaccionarias". El leit motiv de esta segunda vuelta lo ha constituido el repentino despertar de Freitas a la democracia con el 25 de Abril y a los 31 años. "Cuando despertar tarde a la política corresponde a despertar tarde para la justicia o para la humanidad, para la exigencia de un Estado de derecho, no puede un candidato aspirar a que los demócratas hagan un gesto colectivo de olvido y perdón", dice Antonio Almeida Santos, el aspirante socialista a primer ministro en las legislativas de octubre, y para el que hoy "no va a ser el día de la elección de Freitas, sino el día de su juicio en el tribunal de la democracia".
"La capacidad de servir a la democracia no se mide por años, sino por actos", responde Freitas.
Ambos candidatos se reclaman albaceas del 25 de Abril, una referencia muy diluida en la primera vuelta. Éste es el punto capital en torno al que se va a decidir la cuestión. A la derecha le puede tener sin cuidado la referencia al espíritu de abril de Freitas, pero la izquierda ve en este candidato el mascarón de proa de una fuerza capaz de acabar con las conquistas de la revolución de los claveles. La alternativa es Soares, a quien, sin embargo, esa misma izquierda acusa de haber traicionado, tantas veces cuantas ha sido necesario, los impulsos revolucionarios. Y Soares necesita de todos esos votos.
El Partido Renovador Democrático (PRD), el Partido Comunista Portugués (PCP), María Lourdes Pintasilgo y otras formaciones extraparlamentarias de izquierda han pedido oficialmente el voto para Soares, quien además cuenta con el apoyo de su propio partido. Pero nadie está seguro de que el candidato socialista vaya a aunar junto a sí a todos los electores de estos grupos. De hecho son perceptibles las fugas de tales votantes, en algunos casos hacia la abstención, y en otros, los menos, hacia Freitas.
Un diputado del PRD, teóricamente obligado a votar a Soares, manifestó días atrás en el Parlamento a este enviado especial sus dudas sobre el sentido de su voto. "Freitas va a ganar y la izquierda se lo merece", dijo. Seguidores de Pintasilgo, quien hoy votará por Soares, han manifestado que van a abstenerse porque no les "satisface ninguno de los proyectos políticos" en liza. "No soy una apologista del mal menor", dice una profesora que votó a María Lourdes Pintasilgo.
La conducta del PCP concita todas las atenciones. Los dirigentes comunistas han realizado un supremo esfuerzo para convencer a sus electores de votar a Soares, "que tanto mal nos ha hecho", según un parlamentario comunista. "No creemos en ninguna promesa que Soares pueda hacer" dice Alvaro Cunhal, secretario general del PCP, pero "el mayor peligro viene de la extrema derecha y del fascismo", que apoyan a Freitas, y por eso "hay que votar a Soares". El PCP ha garantizado al dirigente socialista el voto de sus militantes, pero fuentes próximas al propio partido reconocen que la mayoría de sus 800.000 electores no han asistido a las llamadas sesiones de esclarecimiento.
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