EL PAÍS, religioso
No parece cosa de subjetivo este adjetivo ni es mi objetivo endiñárselo sin más. Lo veo así. Obispo Iniesta, Martín Patino y otros son ases evangelizando desde Opinión. Sale casi tanto Papa por sus hojas como por las de Abc. A veces nos atiborra de cardenal Ratzinger, Marcinkus, Obando, Suquía y compañía, e incluso del brasileño Boff, el de la teología liberatoria. Hasta su corresponsal Juan Arias escribió El enigma Wojtyla, y el progresivo Pániker golpeó sin pánico al ateo, en artículo reciente, cuando ningún filósofo ni teólogo tiene pruebas para negar el ateísmo y afirmar el catolicismo. Ni al revés. Estamos sitiados de misterio, por no decir del absurdo de Camus, y nada hay afirmable ni negable desde base sólida. No existe dogma irrebatible. Sectas, religiones y filosofias se disputan la exclusiva de la verdad, pero nadie sabe dónde está. Puede haber Dios o no haberlo. Acaso seremos más que barro, una vez barridos y borrados por la muerte, o acaso la nada de Heidegger. Igual el Dios católico equivale al mitológico del paganismo. Cuando nada es posible demostrar ni hay forma de hallar respuesta al inquirir ontológico, mejor callar para no fallar diagnosticando. Mejor dedicarse a la propia idea sin embutírsela al prójimo en plan obsesivo. Pero la Inquisición no calló; acosó y asó al disidente. Osó, en horrenda barbarie, actuar contrariamente a la benévola ley cristiana.,Tiene tanto derecho a figurar por EL PAÍS el ateo como el agnóstico y creyente. Y no soy lo primero. Yo no niego ni afirmo; yo calló porque sé menos que Só.crates. Si él sabía que no sabía nada, algo supo: que no sabía. Yo ni siquiera sé si sé ni si soy. Ignorante total, como mucho racional. Callaron Pirrón, Wittgenstein, "snamurti y la vasta lista especulativa. Calló ,el gran Tierno. Y aun la opusiana Pilar Urbano le buscó capellán. La unción, para ella en su agonía, no para agnósticos. A cada caso su cosa.
Bien por tocar lo católico el papel de Cebrián. Injusto sería omitiéndolo. Pero España no está sólo compuesta de católicos; también de sectistas, espiritistas, reencarnacionistas, protestantes, incrédulos, herejes, agnósticos y mucho pasante. Que toque toda nuestra gama creencial y acreencial sin favoritismos. Es lo pedido por una democracia doctrinalmente plural. Surcamos la era de la libertad y diversidad, desclavados ya del trentino octolustro impuesto por el soterrado yferrolano caqui-
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