El 'geo' secuestrado en Beirut pide en una carta que sean liberados los dos libaneses presos en Madrid
Pedro Antonio Sánchez Anula, miembro de los Grupos Especiales Operativos (GEO) secuestrado en la capital libanesa hace 20 días, ha enviado a su familia una carta -hecha pública ayer ante corresponsales españoles acreditados en Líbano- en la que incluye la siguiente demanda. que se haga "todo lo posible ante el Gobierno [español] para que liberen a los presos libaneses en Madrid y nosotros podamos salir".
Fechada anteayer, martes, en Beirut, la misiva, de siete líneas manuscritas redactadas de puño y letra de Pedro Sánchez, de 27 años de edad, y dirigida fundamentalmente a sus padres, residentes en Jaén -el policía es soltero-, precisa que "está perfectamente de salud". El rehén les pide a continuación que "no se preocupen" y emite también el deseo de que ellos, a su vez, se "encuentren bien". Concluye mandándoles "un abrazo muy fuerte". Curiosamente, escribe la palabra todo con mayúscula, como si quisiese recalcar a sus familiares la necesidad de multiplicar las presiones sobre el Ejecutivo español.La breve carta fue entregada ayer a mediodía por un responsable de Amal, la milicia shií que actúa de mediadora entre los secuestradores y las autoridades españolas, al médico libanés Mahmud Choucair, que junto con su hermano Mohamed, conocido periodista beirutí, lograron liberar en octubre de 1984 al embajador de España en Líbano, Pedro Manuel de Arístegui y Petit, retenido durante cuatro horas por una familia shií.
Choucair, que cursó en Madrid sus estudios de medicina, hizo llegar inmediatamente la misiva hasta el cruce entre los sectores musulmanes y cristianos de la capital libanesa, donde fue recogida por una mujer enviada por la Embajada española, que la remitió a dicha sede diplomática.
El sobre fue introducido en la valija diplomática que hoy, jueves, llega a Madrid en vuelo regular de, las líneas aéreas libanesas (MEA).
Gesto de buena voluntad
Al dar en mano la carta al médico endocrinólogo, el dirigente de Amal sugirió que su contenido fuese divulgado a la Prensa española, al tiempo que subrayó que su entrega debía ser interpretada como un gesto de buena voluntad por parte de las familias Rahal y Jalil, que apresaron el pasado 17 de enero a los españoles Pedro Sánchez y Asad Abdo, geo y canciller de la Embajada, así como al vicecanciller libanés Gaspar Abdo. Su propósito es intercambiarles por sus hijos Mohamed y Mustafá, que cumplen en la cárcel madrileña de Alcalá-Meco una condena de 23 años de cárcel por el asesinato frustrado de un funcionario libio. De los tres cautivos, sólo el geo ha sido autorizado a dar noticias a sus familiares.Además de la carta, el responsable shií dio algunos detalles tranquilizadores, que le habían sido comunicados horas antes por las familias, sobre el cautiverio de Pedro Sánchez. Empezó por decir que a todos los que le habían conocido les "parecía muy simpático", comentó divertido que había aprendido alguna que otra palabra de árabe, y aseguró, finalmente, que comía bien y apreciaba la cocina libanesa. El miembro de Amal, que pidió permanecer en el anonimato, añadió también que el prisionero español solicitó hacer ejercicio físico para mantenerse en forma, pero como sus custodios no se atrevían a dejarle correr por los suburbios shiíes de Beirut sólo se les ocurrió poner unas pesas a su disposición, que utiliza a diario en el cuarto donde convive con los otros dos rehenes.
A Choucair, de 32 años de edad y casado con una madrileña empleada en el centro cultural español de Beirut cerrado desde el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Madrid y Tel Aviv, las autoridades españolas no le han pedido en ningún momento que actúe como enlace entre la Embajada de España y Amal a pesar de que goza de prestigio entre los jefes de esta poderosa milicia.
Durante 10 días, y hasta que el pasado lunes Nabih Berri, máximo dirigente de Amal, regresó a Beirut de una gira por el extranjero, la negociación para obtener la liberación de los tres funcionarios de la Embajada española se encontraba en un punto muerto, a pesar de que el líder shií había designado a dos colaboradores para representarle en su ausencia.
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