Un petardo lanzado por un católico indio en señal de alegría provoca el pánico en el séquito del Papa
Un simple petardo, lanzado, al parecer, por un desequilibrado mental indio como signo de alegría durante la misa en el estadio Indira Gandhi de Nueva Delhi provocó en la mañana de ayer instantes de pánico en el séquito del Papa. Fue el signo más evidente de la psicosis que acompaña a estos viajes de Juan Pablo II. En la homilía de esta misa, el Papa lanzó una dura crítica contra el régimen de castas, prohibido legalmente en la India, pero plenamente vigente en la realidad. "Toda discriminación basada en la raza, el color de la piel, el credo, el sexo o el origen étnico debe rechazarse como incompatible con la dignidad humana", dijo ante varios miles de fieles.
El petardo, de cinco centímetros de longitud, fue lanzado desde el graderío del estadio por Dominic Ouseph, de 33 años, un indio católico de Kerala (Estado del extremo suroccidental de la India). En su bolsillo, la policía le encontró una carta de recomendación de un jesuita de Kerala para una monja de Delhi en la que se pedía a éste que le encontrase un puesto en un hospital psiquiátrico. Al ser detenido por la policía, Dominic confesó que lo había hecho para demostrar su alegría por haber visto al Papa.El cohete, que provocó una columna de humo de 20 metros de altura, chamuscó una de las alfombras al lado del altar, que fue inmediatamente sustituida. La misa había acabado ya y el Papa, con su séquito, se hallaba en la parte opuesta del estadio, que abandonaba en procesión. Según el portavoz del Vaticano, el español Joaquín Navarro Valls, el papa, al sentir primero el silbido del petardo y después la explosión, "ni se volvió a mirar, porque comprendió en seguida de qué se trataba".
La gente no reaccionó con demasiado miedo, ya que en la India es habitual tirar estos cohetes en cualquier tipo de manifestación de alegría. Lo que más preocupó fue el momento en que una docena de policías se lanzó al lugar desde donde había partido el cohete para detener al lanzador. En ese instante, la masa humana empezó a correr y dos personas, a las que alguna agencia periodística dieron como heridas, resultaron ligeramente contusionadas por los empujones.
La única consecuencia que tuvo el inocente suceso fue que el encuentro de la tarde con los jefes de las religiones no cristianas y los intelectuales se retrasó 40 minutos porque la policía impuso controles aún más severos, registrando una a una a todas las personas que entraban al estadio, incluso a las que llevaban la tarjeta de invitación oficial.
Durante la misa del petardo, la segunda que el Papa celebra en la India y en el mismo estadio, Juan Pablo II fue muy severo en su condena de las castas. Sus palabras resonaron aún con mayor fuerza en un país en el que, a pesar de que las castas han sido oficialmente abolidas, en la práctica siguen vivas. El Papa, con voz fuerte, dijo antes miles de fieles: "Toda discriminación basada sobre la raza, el color de la piel, el credo, el sexo o el origen étnico debe rechazarse como incompatible con la dignidad humana".
Recordó el Papa ayer que estaba hablando en el país "de las montañas más altas del mundo y puerta de las culturas más antiguas", y dijo: "Quien os habla está convencido profundamente de que el hombre es el camino que la Iglesia católica debe seguir si quiere ser fiel a sí misma". Habló, citando a Pablo VI, de que el desarrollo es el nuevo nombre de la paz, pero añadió, como si quisiese completarlo, que dicho desarrollo "exige una visión espiritual del hombre". En este punto afirmó que el gran regalo que la India ha hecho al mundo ha sido precisamente "el de ofrecer una visión espiritual del hombre".
Reacciones contra la visita
El diario The Hindustan Times publicó ayer un comunicado, pagado como publicidad comercial, de la organización hinduista Indrasprastha Vislina Hindu Parishad en el que se pedía al Papa "que sus seguidores no hagan actividad de conversión" y que la Iglesia no use sus colegios, hospitales, leproserías y demás instituciones de asistencia social "para actividades religiosas de proselitismo".
Indirectamente, Juan Pablo II les respondió, en un discurso pronunciado por la tarde, al manifestar que todo lo que contribuye a la realización integral del hombre forma parte de la fe cristiana.
Evidentemente, el diálogo entre el Papa de Roma y el gran mundo hindú no resulta fácil, a pesar de los esfuerzos reales que Juan Pablo II hace para presentar al catolicismo como una religión volcada sólo en liberar al hombre de todas sus esclavitudes.
Un diario de la capital condenó ayer a la organización hinduista que ha promovido estos días las manifestaciones contra la visita del Papa y la acción de pegar fuego a un muñeco con la cara del papa Wojtyla. Para el rotativo, esta intolerancia "es una bofetada a la gran tradición de tolerancia religiosa de la India".
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