Una intensa gestión municipal protagonizada por la convivencia
SOL FUERTES, Enrique Tierno prometió, que no juró, su cargo de alcalde de Madrid el 19 de abril de 1979 ante un crucifijo y ante la Constitución .porque uno significa amor y la otra la ley, porque son dos símbolos y dos límites que no podemos traspasar". Y declaró también: "Desde mañana empezará la convivencia". Una semana después, mostraba uno de los aspectos más populares de su mandato: su presencia en un festival de rock.
En esos días Tierno tampoco podía olvidar que su cargo era producto de una opción política, al declarar: "Quien votó a un partido de izquierda en las elecciones municipales era muy consciente de que, en la misma papeleta, estaba votando un acuerdo. Ese acuerdo de la izquierda municipal obedece, por tanto, a la voluntad popular", en clara alusión al pacto de su partido, el PSOE, con el Partido Comunista de España para dirigir el gobierno municipal.
Sin embargo, Tierno no olvidaría el sentimiento religioso de un sector del pueblo. Acudió en ocasiones como único representante municipal a actos religiosos en honor de los patronos de Madrid y colaboró en la financiación de la catedral de la Almudena.
Su talante intelectual nadie lo ponía en duda, pero la originalidad de este alcalde ya se empezó a popularizar en abril de 1979, cuando sorprendió a los madrileños con un pregón, el primero de la serie, sobre vacunación antirrábica de perros, mensaje al que habría que añadir una serie de ellos para concluir, a finales del pasado año, con el dedicado a la integración de España en la CEE.
Su erudición, actitud y terminología llenaba de orgullo a los madrileños. Su salutación al papa Juan Pablo II en latín, o su desplante al presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, por ignorar al Ayuntamiento de la capital de España, fueron motivos para que se le recibiera con gritos de "Enrique Tierno, presidente del Gobierno".
Tierno era popular porque caló en todos los estratos sociales y generacionales madrileños. Fue él, con sus consejos y presencia física, el que potenció las fiestas de san Isidro, las de la Virgen de la Paloma o el que rescató la vieja tradición de los carnavales o inició los Veranos de la Villa. Tierno y su gorra similar a la utilizada por el beatle John Lennon fueron otro aspecto más de su imagen absolutamente identificada con los jóvenes que, junto con las mu. eres madrileñas, son los que más aplauden la labor realizada por el viejo profesor. Por eso no es extraño que muchos protagonistas de la llamada movida madrileña afirmaran que ésta habría sido impensable sin un alcalde como Tierno.
Propugnó acuerdos políticos entre ciudades, realizando una notable labor diplomática fuera de programa. De su pensamiento político, aunque en los últimos tiempos insistiera en que cada vez se sentía menos político, le atraía cada vez más la concepción de la ciudad de la Grecia clásica, que se acerca más a la solución de los problemas administrativos, próximos al ciudadano y a la vida cotidiana.
Doce grandes actuaciones
Con él se aprobaron, y ahora se están poniendo en marcha, doce actuaciones para Madrid. Se dijo que desaparecería el scalextric de Atocha y será una realidad; se prometió la reordenación de la Puerta del Sol y sus obras avanzan, al igual que en el parque de las Delicias con planetario incluido. San Francisco el Grande es otro proyecto y continúa el plan de rehabilitación de viviendas. En la Casa de Campo se proyecta el mayor auditorio al aire libre de la ciudad y cada distrito cuenta ya con un auditorio, un centro cultural y un polideportivo. Tampoco hay que olvidar su compromiso, cumplido, de recuperar para el Manzanares la convivencia entre patos y carpas.
La primera gran decepción bajo su mandato tuvo como escenario La Vaguada del barrio del Pilar. Durante la campaña electoral que llevó a Tierno por primera vez al Ayuntamiento, el PSOE prometió que La Vaguada sería convertida en zona verde. La adjudicación de parte de estos terrenos para crear un gigantesco centro comercial tuvo como respuesta una amplia protesta de los vecinos.
La limitación de tráfico en el centro y la normativa de la Ordenanza para la Regulación del Aparcamiento (ORA) fue el segundo punto más criticado -y lo sigue siendo- de su gestión. La ORA, que empezó a aplicarse en 1982, fue saludada, municipalmente hablando, con un bando del alcalde "para que no dejen sus coches y carricoches en el lugar que mejor les peta". Porque, según Tierno, "el madrileño es dado al descuido y a la holganza. Son ciudadanos simpáticos y alegres, aficionados al buen vivir y al poco preocuparse, y si no fuera por las multas no habría forma de que dejaran de ensuciar las paredes o de tirar papeles al suelo".
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