La vigilancia de Ruiz-Mateos costará al Estado más de 2,5 millones de pesetas al mes
La vigilancia de José María Ruiz-Mateos costará al Estado más de 2,5 millones de pesetas al mes, según cálculos aproximados. El Ministerio del Interior, precisamente "por razones de seguridad", prefiere mantener en secreto el número de policías que definitivamente asumirán la custodia del ex presidente de Rumasa. La cifra del coste mensual no incluye el uso y amortización de los vehículos utilizados, el armamento, el equipo de transmisiones y otros útiles sofisticados de seguridad.
Fuentes del Ministerio del Interior manifestaron ayer que aún no se había fijado el número de vigilantes que serán destinados a la custodia de José María Ruiz-Mateos, pero que en todo caso se trataba de un dato que no podía ser facilitado "por evidentes razones de seguridad". Los informes técnicos realizados en días pasados aconsejaban un mínimo de seis policías en cada turno de trabajo, lo cual da un total de 18 vigilantes por día. También se contempla un control en las calles de acceso a la residencia del ex presidente de Rumasa, porque no se trata sólo de procurar que no intente la huida, sino de evitar que sufra alguna agresión exterior.Los salarios mensuales de este equipo (dos inspectores de policía y cuatro policías nacionales por cada turno) superan los 2.300.000 pesetas, pero en esta cantidad no están incluidos los sueldos para cubrir las libranzas ni el 3% de la jornada anual que corresponde a las incidencias por absentismo laboral retribuido (enfermedades, permisos legales, etcétera). Los cálculos dan que, para asegurar ese equipo mínimo de 18 vigilantes por mes, es necesaria una media anual de 27 personas.
Tampoco se incluyen en esa cifra las amortizaciones del equipo utilizado, como vehículos, aparatos de transmisión por radio, armamento y otros instrumentos más o menos sofisticados, según el nivel de cobertura que se quiera dar al detenido.
Las empresas consultadas establecen un menor número de personas necesarias para su vigilancia, aunque en este caso se trata de asegurar la protección sólo en el domicilio, pues las compañías privadas de seguridad tienen prohibido por ley prestar protección en la vía pública.
Según estos baremos, Ruiz-Mateos debería contar, como mínimo, con tres vigilantes durante 16 horas del día, más otros dos durante las ocho horas de la noche. Esto hace un total de ocho personas en turnos de ocho horas. El coste mínimo de la vigilancia por hombre y hora -con tarifas de 1985 bastante ajustadas- sería de 1. 100 pesetas. Este precio por hora incluye las libranzas e incluso las incidencias por absentismo laboral retribuido. Con el 12% de IVA y el equipo mínimo necesario, no se podría hablar de una protección efectiva del cliente en su domicilio por menos de 2,5 millones de pesetas al mes, según las fuentes consultadas, "a no ser que alguien tratara de tirar los precios".
Seguridad efectiva
Para que el nivel de seguridad, con esta vigilancia física, sea considerado suficiente es necesario que, en este caso, el chalé esté dotado de una infraestructura de seguridad, cuyo coste evalúan algunas de las compañías privadas de seguridad consultadas en 15 millones de pesetas. Se trata de una inversión con circuito de televisión incluido, transmisor de alarmas, rejas u otras protecciones y aparatos de alarmas, cuya sofisticación varía del nivel y los objetivos básicos a cubrir. Existen también los pulsadores de pánico, una especie de transmisores de alarma conectados con una central receptora.Los equipos de apoyo tienen un precio que varían según su sofisticación. Un perro guardián adiestrado cuesta al mes unas 50.000 pesetas, pero puede superar las 100.000 si se trata de un can con un especial adiestramiento, por ejemplo para explosivos.
Los expertos aseguran que en un chalé en medio de una finca, como el de Ruiz-Mateos, es más fácil dar protección a una persona que en un inmueble de viviendas, siempre que se haga un control eficaz de los visitantes. Pero, en todo caso, la seguridad total no existe.
Una finca de 7.000 metros cuadrados
El chalé de Ruiz-Mateos situado en Somosaguas, uno de los barrios residenciales de las afueras de Madrid, está ubicado en una finca de unos 7.000 metros cuadrados. La parcela está circundada por una valla protectora y sólo tiene otra edificación por detrás.La residencia tiene unos 1.000 metros cuadrados de planta. El piso bajo, aparte de la zona dedicada al garaje y trastero, consta de una entrada, un gran salón, un baño y un cuarto de juegos. En la primera planta está la cocina, el comedor, los baños y dormitorios y el despacho de Ruiz-Mateos. En la buhardilla está el dormitorio del matrimonio.
La casa está dotada de bastantes medidas de seguridad, según un portavoz de la familia. La valla es alta, la zona de jardín puede ser iluminada, la puerta de acceso al recinto es eléctrica, existen alarmas instaladas y la casa puede quedar bloqueada por unos cierres metálicos especiales. La vigilancia está encomendada a un matrimonio de guardeses.
En la residencia hay cuatro perros, pero sólo dos, pastores alemanes, son los únicos adiestrados y que ejercen una auténtica labor de guardianes. Los otros dos, una perra, también de raza pastor alemán, llamada Batsi, que le fue regalada a Ruiz-Mateos en Alemania, y un cooker, viven en el interior.
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