Petrovic pone el cartel de 'no hay billetes'
Drazen Petrovic regresa con el Cibona de Zagreb al pabellón del Real Madrid para disputar la cuarta jornada de la fase rinal de la Copa de Europa (20-30, TVE-2). La venta de entradas ha registrado colas multitudinarias -hasta el no hay billetes-, a pesar de su elevado precio (2.500 pesetas la tribuna y 1.300 la más barata). Lolo Sainz, el técnico madridista, no tiene más remedio que reconocer que sí existe síndrome Petrovic entre sus jugadores. Este encuentro llega en un momento sumamente delicado para el equipo madridista. Volver a perder con Petrovic, independientemente del perjuicio que ocasionaría en la clasificación, puede, agravar el mal momento madridista. Ganar a Petrovic es poco menos que imprescindible.
Y, en teoría, el Cibona de Zagreb ha perdido potencialidad con respecto al equipo que la pasada temporada ganó la Copa de Europa. Las ausencias de Andro Knego (Cajamadrid) y Alexander Petrovic (en el servicio militar) son importantes. El primero representa la experiencia y seriedad en el juego de pivots; el segundo es el hombre que mejor entiende el juego de su hermano Drazen Petrovic, además de ser un excelente tirador, sobre todo desde la línea de 6,25. Ninguno de estos hombres ha sido sustituido con similares garantías. Así, el Cibona, que lleva casi idéntica trayectoria que el Real Madrid (dos victorias y una derrota a domicilio) es un equipo muy joven, totalmente eclipsado por las acciones individuales de Drazen Petrovic, jugador que ha cosechado una media de 45 puntos en Copa de Europa y que posee una media de 47 puntos en la Liga yugoslava. Petrovie suele necesitar de un jugador que suba el balón para dárselo en condiciones de intentar un uno contra uno, papel que representa Cvjeticanin (1,99 metros); el resto del quinteto titular lo componerr Usic (2,01), Nakic (2,04) y Bukicevic (2,12). Con frecuencia entran en cancha Cutura (2,02) y Arapovic (2,15). Es un conjunto de gran altura media, superior a los dos metros, pero inexperto en la dura lucha por los rebotes, que sigue siendo su principal defecto. Todos los jugadores tiran bien, juegan en ataque sin sistemas (juego libre) y emplean una zona mixta en defensa, conocida como zona Novosel, mediante la cual los dos hombres de arriba suelen situarse en individual y los tres altos en zona.
La personalidad del Cibona, sin embargo, está marcada por Drazen Petrovic, jugador que obsesiona a los técnicos europeos. El equipo juega para él, le buscan bloqueos para que pueda zafarse de su marcador, y se sitúan en posiciones ventajosas para recibir asistencias claras, porque Petrovic suele atraer a varios defensores y a veces no intenta marcar sino pasar a un compañero desmarcado. Petrovic es, además, muy hábil para pinchar al contrario y provocar personales; a veces, casi la mitad de sus puntos vienen de tiros libres.
Ante este rival, tan exclusivizado en un solo hombre, el Real Madrid acude en precaria situación, tras una racha de mal juego, con imágenes de desconcierto ofensivo. Lolo Sáinz tiene miedo a Petrovic y a que el ambiente del pabellón incite a sus jugadores a su caza y captura. Lolo Sáinz mantiene su tesis de que lo peligroso no son los más de 40 puntos de Petrovic, sino los que facilita a sus compañeros y las personales que provoca. Por ello, parece que, en principio, Linton Townes será el encargado de marcarle, y puede que sin una atención especialísima, de tal forma que varios hombres se alternen en su marcaje, según la zona por donde transite.
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