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La semana laboral francesa será de 38 horas, que las empresas distribuirán a su conveniencia

Soledad Gallego-Díaz

El presidente François Mitterrand decidió ayer, tras varias semanas de dudas, convocar una sesión extraordinaria del Parlamento para hacer aprobar la nueva ley sobre distribución de horarios de trabajo, que cuenta con la feroz oposición del partido y del sindicato comunistas. El proyecto de ley prevé la reducción del tiempo trabajado de 39 a 38 horas semanales, pero autoriza a las empresas a negociar con sus trabajadores para distribuir esas horas de acuerdo con sus necesidades de producción, lo que, según los comunistas, suprimirá en determinados casos el pago de las llamadas horas extraordinarias.

El duro debate parlamentario se plantea cuando sólo faltan nueve semanas para las elecciones legislativas que, según todos los sondeos, darán la mayoría a la oposición conservadora. El Partido Comunista Francés (PCF) ha anunciado que defenderá más de 300 enmiendas, pero el Gobierno puede aplicar un artículo de procedimiento que permite poner a votación una ley sin debate. Más difícil se presentan las cosas en el Senado, donde el Gobierno no tiene mayoría absoluta.El sindicato comunista, CGT, y el sindicato independiente Fuerza Obrera han expresado ya públicamente su oposición al proyecto de ley. La CGT ha amenazado con fuertes movilizaciones populares para influir en el Parlamento. Los otros dos sindicatos, la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT),y la Confederación General de Cuadros (CGC), habían presionado por el contrario al Gobierno para que tomara la iniciativa e hiciera aprobar la ley antes de las elecciones. A juicio de estas dos últimas organizaciones, la ley debe fijar inmediatamente un marco que regule los acuerdos que se están llevando a cabo ya en el interior de las empresas, olvidando el Código General del Trabajo.

Según Laurent Fabius, el proyecto de ley persigue dos objetivos importantes: reducir el horario de trabajo y permitir al mismo tiempo una mayor flexibilidad, a fin de que las empresas hagan frente más cómodamente a los ciclos de mayor o menor demanda. Los salarios no experimentarán variación y cuando se sobrepase la media de 38 horas semanales se pagarán horas extraordinarias. Cada día extra trabajado tendrá que ser compensado, además, por medio día de vacaciones. El número total de horas extraordinarias no podrá superar las 80 anuales, en lugar de las 130 que actualmente permite la ley.

"El proyecto socialista es un engaño", criticó un portavoz comunista, "porque permite que en algunas empresas se trabajen semanas de hasta 44 horas sin cobrar una peseta más, con el pretexto de que el conjunto anual es inferior al actual".

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