Felipe González
sufrió el viernes no se sabe si un lapso o una traición del subconsciente. Cuando el presidente del Gobierno salía del Congreso de los Diputados donde el Rey había inaugurad poco antes una estatua que representa a don Juan Carlos, obra del escultor Pablo Serrano, se dirigió al coche del Monarca, aparcado justo enfrente de la salida, y asió la manecilla de la puerta para subirse al vehículo con toda naturalidad. El ministro de Cultura y portavoz del Gobierno, Javier Solana, logró agarrarle a tiempo de la manga, y ambos se apartaron riendo, especialmente el ministro. González, que llegó al Congreso en un coche negro, no debió de ver el guión de la Casa Real que llevaba el automóvil azul metalizado del Jefe del Estado. Alguien que presenció la escena en la acera de la calle comentó en voz alta al presidente: "¡Todavía no".
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