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Más de 70.000 muchachos han visitado Juvenalia en tres días

Amelia Castilla

Ordenadores, saltos en paracaídas, laberintos, malabaristas, camas elásticas y seguimiento del cometa Halley desde un centro espacial, entre otros muchos entretenimientos, componen el VI Festival de la Infancia y la Juventud, Juvenalia 85, que se celebra en el recinto ferial de la Casa de Campo, de Madrid. La feria, que se clausurará el próximo día 31, ofrece una variada muestra de los avances tecnológicos y del funcionamiento y realizaciones de empresas y departamentos de la Administración. Más de 70.000 muchachos han visitado la feria en los tres primeros días.

Marta e Isabel, de 10 años, llevan el abrigo cubierto de pegatinas y van cargadas con bolsas de plástico llenas de cosas que les han regalado en los pabellones y casetas de la feria. Las dos amigas recorren velozmente las instalaciones, entre riadas de niños, en busca de ordenadores. "Es lo único que me interesa. Me encantan los juegos", dice Marta. "Les he pedido uno a los Reyes, pero no sé si podrán traérmelo", dice con un asomo de tristeza.Las dos niñas vienen del pabellón del Ministerio de Economía y Hacienda, donde han participado en el juego del equilibrio económico y han conseguido sacar a un país imaginario de una fuerte situación de crisis. A cambio de su hazaña les han pagado en canicas, pero antes de abandonar el recinto han tenido que abonar sus impuestos.

La misma pasión por los ordenadores muestra un grupo de muchachos de 18 años, que reciben enseñanza en la Escuela Deportiva de Baloncesto de Torrejón de Ardoz. Algunos tienen ya un aparato en casa y los manejan con extremada habilidad. A su paso por un pabellón donde se muestra una colección de máquinas de escribir antiguas los chicos sonríen abiertamente y uno asegura que en su casa había una Underwood: "Demasiao, tío.... Era dura de la hostia y se te quedaban los dedos enganchados entre las teclas, pero son bonitas", comenta uno de ellos frente al escaparate. "Venga deja eso, vamos a ver las maquetas de los trenes y de los aviones", le dice tino de su compañeros y se lo lleva tirándole de la manga.

Tirarse en paracaídas

En el espacio dedicado al Ministerio del Ejército, un niño, con los ojos tapados, trata de localizar un llavero que obtendrá como premio si consigue localizarlo con un detector de minas, mientras otro grupo forma una ruidosa cola para poder lanzarse en paracaídas des(le un simulado helicóptero que está situado a escasos metros del suelo. "El pasado año, 20.000 niños utilizaron este juego", afirma uno de los organizadores.Muy cerca de allí, en el espacio dedicado al Ministerio de Asuntos Exteriores, otro grupo rellena los papeles de un supuesto pasaporte para pasar por la aduana antes de abandonar el país, mientras sus compañeros explican a un funcionario del consulado que se han quedado sin dinero y que tienen que volver a casa.

La feria, en la que están representadas también numerosas empresas privadas, ocupa un espacio de 30.000 metros cuadrados y es una locura de ruidos, gritos y carreras.

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Tenía razón el alcalde de Madrid, Enrique Tierno, cuando se dirigió al numeroso público infantil que lo aclamaba en el acto de inauguración, celebrado el pasado jueves. Tierno se dirigió a la bulliciosa muchedumbre de niños y les espetó a duras penas, con tono de resignación, por encima del estrépito de los gritos y los aplausos: "No os digo que calléis porque es inútil".

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