_
_
_
_
Reportaje:

Acribillado a balazos en el centro de Nueva York el mafioso más importante de Estados Unidos

Francisco G. Basterra

Paul Big Paul Castellano, de 73 años, líder de la familia Gambino y el padrino más importante de la Mafia norteamericana, cayó asesinado a balazos el lunes por la tarde en el centro de Manhattan (Nueva York), probablemente a manos de miembros de su propia organización que desean controlar el imperio criminal más importante del país. Castellano murió como suelen hacerlo los dirigentes mafiosos -como Carmine Galante, Albert Anastasia o Salvatore Maranzano- y con la precisión con que ha relatado el cine de Hollywood estos finales violentos de reinado.Junto al cadáver, la policía encontró un gran puro a medio fumar, las gafas negras de concha que usaba Castellano y una parte de su cerebro del tamaño de una pelota de ping-pong. Big Paul ya no podrá comparecer la próxima primavera en el juicio que se desarrollará contra los nueve principales dirigentes del consejo de administración de la Mafia, procesados el pasado febrero.

Más información
El botín secreto de Al Capone, al descubierto

Tres asesinos, vestidos con gabardinas del tipo trinchera, esperaban al coche de Castellano, una lujosa limusina negra, cuando aparcó, en un lugar prohibido en la calle 46, junto a la Tercera Avenida, en el East Side de Manhattan, frente a un restaurante. Los autores de la ejecución, llevada a cabo con gran profesionalidad, abatieron con seis tiros en la cabeza y en el pecho a Castellano en el momento en que éste abría la puerta del automóvil. Su chófer, guardaespaldas y uno de los capitanes de la Mafia, Thomas Bilotti, de 45 años, corrió la misma suerte que su jefe. Incluso recibió el mismo número de impactos.

Los autores del crimen, de raza blanca, abrieron fuego con armas semiautomáticas que escondían debajo de las gabardinas, y huyeron en un coche negro que les esperaba en la esquina, amparados en la confusión de la hora punta del tráfico neoyorquino. En la ejecución se utilizaron armas del calibre 38 y 32. El jefe mafioso quedó tendido en la acera, boca arriba, y con la cabeza apoyada en el asiento delantero derecho del coche. Vestía un elegante traje azul oscuro de mohair y ataba los puños de su camisa azul clara con unos gemelos italianos de 200 dólares (unas 32.000 pesetas).

Paul Castellano estaba siendo juzgado estos días en un tribunal de Nueva York por una operación a gran escala de robo de automóviles de lujo -que luego se vendían en el Próximo Oriente- y conspiración para cometer asesinatos y otros crímenes. Sin embargo, sus abogados dijeron que las cosas iban bien para su defendido y que las pruebas aportadas no eran suficientes para condenarle.

"Esto puede ser el comienzo de una guerra", explicó a los periodistas Tom Sheer, un director adjunto del FBI, que acababa de sentenciar, todavía con el cadáver de Big Paul caliente, que "hasta hace dos horas Paul Castellano era el jefe de la más grande familia criminal de Estados Unidos. No había otro mayor". Rudolph Giuliani, el fiscal del distrito Sur de Nueva York, que el pasado invierno logró el procesamiento de los principales padrinos de la Mafia, manifestó que "estas cosas deben resolverse en un tribunal y no a balazos". Lo ocurrido, aseguró, no impedirá que se realice el juicio contra los grandes maflosos. Según el director del FBI, las pruebas conseguidas en 19 meses de investigación y mediante centenares de horas de grabaciones clandestinas, "exponen la estructura y la dirección del crimen organizado a una escala desconocida hasta ahora".

Un afable carnicero

Castellano, de profesión carnicero, parecía más un afable comerciante que el líder más poderoso de la Mafia. Era un hombre de modales amables que presumía de arreglar las cosas por las buenas, empleando métodos blandos. No era vanidoso ni buscaba la publicidad que obtuvo ayer por encima de sus deseos en las primeras páginas de toda la Prensa norteamericana."Quien autorizó este crimen", afirmó Arthur Brifi, portavoz de la comisión presidencial sobre el crimen organizado, "el que tome su lugar puede determinar el futuro rumbo de la Mafia en este país". Para el FBI y otros expertos en la Mafia, es posible que algunos jóvenes turcos del grupo Gambino -temorosos de que Castellano nombre a su sucesor antes de ser condenado e ingresar en la cárcel hayan asesinado a Castellano y se produzca ahora una lucha por hacerse con el control del clan. Según los expertos, John Gotti, un capo de 45 años, que trabaja 18 horas al día y lleva una vida de clase media en el barrio de Queens, puede ser el sucesor de Big Paul.

Sus intereses en negocios legales son muy importantes en la industria de la carne y los pollos, en construcción, casinos, restaurantes y joyerías. Los negocios legítimos de las nueve organizaciones mafiosas norteamericanas figurarían, conjuntamente, en la lista de las 100 primeras empresas de la revista Fortune. Paul Castellano tomó el control en 1976, cuando sucedió a su cuñado, Carlo Gambino. La familia obtiene también beneficios de actividades ilegales en el mundo del juego, protección a comercios, extorsión, secuestros, préstamos usurarios, tráfico de drogas y fraude organizado en Nueva York, Florida, Pensilvania, Nueva Jersey y Las Vegas.

Hace sólo unos días, el clan Gambino perdió, esta vez de muerte natural, a su número dos, Aniello Dellacroce, que actuaba de pacificador entre Paul Castellano y otros grupos de la familia. Con la desaparición de Dellacroce, que durante bastantes años actuó como confidente del FBI, Castellano ya no tenía ninguna defensa frente a los rebeldes. "Big Paul fue asesinado probablemente porque había hablado demasiado", afirmó ayer el director de la Comisión Presidencial del Crimen, James Harmon.

El procesanúento el pasado inviemo de los jefes maflosos fue posible, entre otras cosas, por las cintas que el FBI logró grabar en la casa de Castellano, una pretenciosa mansión que quiere recordar a la Casa Blanca, en la zona más elegante de Staten Island, en el puerto de Nueva York. "En la Mafia nadie está a cubierto de la violencia y la supervivencia es el único valor", explicó Harman.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_