Los menores huidos de Renasco reiteran la crítica a los "metodos represivos" del reformatorio
Los tres menores que se fugaron del reformatorio Renasco el 15 de noviembre, tras un motín, han reafirmado sus declaraciones en torno a los "métodos represivos" que supuestamente se emplean en el centro y han negado las afirmaciones en sentido contrario del director, David Jiménez. Los menores precisan: "Nada de lo que hemos dicho es mentira. No atacamos a los educadores, sino los procedimientos del reformatorio".
Los tres fugados, J. M. B. B., L. S. F. y J. Q. L., tienen 15 años. El primero afirma haber permanecido en una celda de aislamiento en dos ocasiones, en noviembre del año pasado. Según el director de Renasco, David Jiménez, el submarino -denominación habitual de los habitáculos de aislamiento, de poco más de dos metros cuadrados- dejó de emplearse en febrero de 1983.El menor relata cómo intentó suicidarse colgándose con un cordón de sus zapatos de una reja de un pequeño ventanuco. "Estuve a punto de conseguirlo", señala J. M. B. B., "pero inmediatamente me trasladaron a la clínica del doctor León, donde estuve en una cama, atado de pies y manos con correas de cuero, una semana".
Últimamente", continúa otro de los menores, "se nos encerraba 48 horas en nuestros cuartos. Sólo nos dejaban salir para fumar o para ir a los servicios. Nunca nos visitaban psicólogos ni médicos, como ha dicho el director del reformatorio. Y se nos seguía amenazando con el submarino".
Los muchachos insisten en la falsedad de acusaciones vertidas por los educadores de Renasco. "Ninguno de nosotros apuñaló a nadie después de la huida del reformatorio", señalan. "Tampoco es cierto", precisa uno de ellos, "que nos hayamos hecho con un botín de 10 millones de pesetas en 30 robos".
"La represión, inútil"
Los tres menores salen también al paso de una nota del colectivo de trabajadores y la dirección de Renasco en la que se afirma que "las personas que los encubren han utilizado esta fuga de modo falaz y fatal". "Todo lo que decimos lo hacemos por nosotros mismos; no nos manipula nadie", afirman. "Ahora hemos encontrado un cariño y una comprensión que no habíamos recibido nunca. Con la represión del reformatorio no se consigue nada; en lo único que pensamos cuando estamos allí es en escaparnos". "No nos consideramos héroes", argumentan. "Tiene gracia leer eso de que queremos ser populares como el Torete o el Vaquilla". Las fugas son una constante en la vida de estos jóvenes. J. M. B. B. dice haberse fugado "unas 70 veces" desde que entró en un centro destinado a menores difíciles, a los ocho años. L. S F. contabiliza 17 fugas. J. Q L. afirma, casi avergonzado, que éste ha sido su segundo intento.Todos tienen un historial semejante: problemas en casa, abandono del hogar, robo de coches y motos, atracos... Dentro de tres años serán mayores de edad y dejarán la custodia del Tribunal Tutelar de Menores. "El reformatorio", señala uno de sus protectores, "dejará inevitablemente paso a la cárcel". "El caso de estos muchachos", añade, "demuestra que la represión por la represión no consigue nada. En vez de facilitarles tutela a su debido tiempo, se les abandona. Luego, cuando la justicia quiere encargarse de ellos, sólo aplica métodos contraproducentes".
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