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RELIGIÓN

Juan Pablo II recuerda a la curia que está subordinada al Pontífice

Juan Arias

Juan Pablo II fue ayer muy explícito en su discurso en latín pronunciado ante más de 120 cardenales llegados de todo el mundo a Roma, por tercera vez durante este pontificado, para estudiar la reforma de la curia y el estado de las finanzas vaticanas. A la reunión, que comenzó a las nueve de la mañana, asistieron el arzobispo español Eduardo Martínez Somalo y monseñor Lucas Moreira Neves secretario del sacro colegio. El Papa recordó a los cardenales que la curia romana está al servicio del Pontífice, ya que del Papa "recibe su poder" y porque "en la identidad de visión con el Papa reside al mismo tiempo su fuerza, su límite y su código deontológico".

Por eso, explicó el Papa a los cardenales: "Son aberrantes las concepciones que pretenden oponer la curia al Papa, como si se tratase de otro poder paralelo o de una especie de diafragma que obstaculiza o filtra la solicitud pastoral del Papa". Es aberrante, afirma Juan Pablo II, por el mero hecho de que la curia no es un poder, sino un puro "instrumento" de la acción del Papa.Ésta es la tercera vez que el Papa polaco convoca a Roma, como su Senado, a todos los cardenales del mundo para discutir acerca de la reforma de la curia y del estado de cuentas del Vaticano. Las dos veces anteriores fueron en noviembre de 1979, al año de su pontificado, y en 1982. Esta vez los cardenales estarán reunidos. tres días, y por primera vez poseen en sus manos el texto de la nueva reforma de la curia de Juan Pablo II. El Papa les ha dicho que deben discutir el problema deprisa. Probablemente, porque desea presentar ya el texto definitivo al sínodo extraordinario que empieza el domingo para conmemorar el 2(0 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano Segundo.

De hecho, el Papa, en el discurso de ayer, aludió a esta cita importante. Hablando del concilio, Juan Pablo Il calificó estos años que lo han seguido de "época estupenda y generosa, ardiente pero también dramática".

La última reforma de la curia romana se remonta a Pablo VI en 1967. El papa Wojtyla ha querido refomarla de nuevo. Con toda probabilidad, para hacerla aún más funcional y, como en todas las reformas anteriores, para evitar que se concentre en ella demasiado poder.

No es un misterio que tras el concilio muchas conferencias episcopales han criticado a la curia de excesivo "burocratismo", de "interferencia" en la vida de las iglesias locales. Mientras, dentro de la curia ha existido también una cierta rivalidad entre Secretaría de Estado, la más cercana al Papa, a la que Pablo VI había otorgado muchos poderes, y las demás congregaciones romanas. En el discurso de ayer el papa Wojtyla insistió ante los cardenales en que la curia debe ser sobre todo pastoral, saliendo al encuentro de las acusaciones de burocratismo; que debe haber mayor comunicación y diálogo entre ella y las conferencias episcopales y entre los diversos organismos dentro de la misma curia.

Insistió mucho también el Papa en la necesidad de que reine dentro de la curia una gran "unidad". Y añadió que dicha unidad "no teme el pluralismo" con tal que éste, subrayó el Papa, no se convierta "en tendencias aislacionistas y centrífugas y que se armonice con la unidad funda mental de la Iglesia universal". Se trata, ha explicado también el Papa, de una unidad "de fe", pero también, dijo, "de disciplina".

Recordando que el obispo de Roma es "pastor de toda la Iglesia" y que su ministerio supremo es sobre todo "pastoral", el Papa les dijo a los cardenales que la curia romana, en definitiva, debe ser "una clara expresión de este servicio pastoral".

De este modo Juan Pablo II hace saber que la curia no puede ni debe actuar sino en función de la acción pastoral del Papa, que debe limitarse a ser un simple instrumento de sus actividades como pastor.

Existe no poca curiosidad por conocer el texto presentado a la discusión de los cardenales. La mayor incógnita está en si el papa Wojtyla continuará dando los mismos poderes de hoy a la secretaría de Estado, que dejará de llamarse así para apellidarse "secretaría apostólica", o, como algunos preferirían, "pastoral", ya que muchos prefectos de congregaciones se habían lamentado de la excesiva centralización de poder concentrada en la secretaría papal.

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