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El Polisario asegura que, tras 10 años de guerra, no hay salida militar al conducto del Sáhara

La guerra del Sáhara, 10 años después del acuerdo tripartito suscrito por España, Marruecos y Mauritania el 14 de noviembre de 1975, sigue siendo un conflicto que se extiende más allá de toda previsión, cuyo desenlace es todavía hoy un secreto inescrutable. En el desierto, recorriendo los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf (Argelia), cualquier ciudadano del otro lado de la civilización se pregunta extrañado si este fuego conduce a algún, final lógico y, aun, si de esta década enterrada en la arena saldrá por fuerza un vencedor.

"No existe salida militar. Ninguna guerra se acaba por el exterminio de una de las partes. Inevitablemente, todo debe terminar ante una mesa de negociaciones". Esta afirmación, que corresponde al primer ministro de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Mahfud Larosi Ali Beiba, revela que la estrategia del Frente Polisario frente a Marruecos ha consistido en todo este tiempo en una constante operación de desgaste. Laro si sostiene que los cinco muros levantados por Hassan II en el territorio ocupado del Sáhara han perjudicado los intereses del rey alauita."El planteamiento actual de los marroquíes es eminentemente defensivo. Nosotros, con la décima parte de su ejército, les seguimos atacando sin descanso. Los muros no han sido una solución. No hay ninguna perspectiva militar", señaló durante una larga conversación realizada en el centro residencial edificado por los saharauis en la wilaya de Aaiún, dentro de Tinduf.

Para el Frente Polisario, según reconocen varios de sus militantes consultados por este periódico, la construcción de una red de muros por parte de Marruecos inauguró una ofensiva saharaui de nuevo cuño, basada en el hecho cierto de que los radares emplazados en dichas fortificaciones se limitaban á detectar la presencia de objetos en su radio de acción. "Los soldados marroquíes nunca saben por dónde ni cuándo efectuamos nuestro ataque principal; ése es su talón de, Aquiles", indicaron. Las cifras de bajas por el bando polisario no son expuestas a la luz pública, pero se presume que aún la capacidad de respuesta de dicha organización no ha llegado a su techo, y cabe deducir de las condiciones mismas en que está entablada la guerra que un reducido contingente de combatientes seria capaz de prolongar su influencia en el campo de batalla sin descubrir su debilidad.

Marruecos, por su parte, ha intentado en los últimos años ganar tiempo en esta guerra sin límites, intentando compensar los reveses diplomáticos sufridos por su política ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización para la Unidad Africana (OUA) con posibles éxitos en el terreno militar. Desde 197,5 hasta 1985 los acontecimientos han evolucionado para ambas partes implicadas. Marruecos ha logrado una evidente instalación de su ejército en el Sáhara y ha marcado un nuevo ritmo a la guerra mediante el sistema de amurallamiento del desierto. Para el Frente Polisario estos 10 años de éxodo han servido para dar a conocer internacionalmente su causa y ensayar a pocos kilómetros de la primera ciudad saharaui de Mahbes, en Tinduf, la estructura de un Estado incipiente. Con el último reconocimiento, otorgado por la India el 1 de septiembre pasado, son 63 los países que respaldan las instituciones saharauis. Los dirigentes de este movimiento interpretan que "el reconocimiento de la RASD se ha convertido en una contribución a la paz".

Hace dos semanas los dirigentes saharauis declaraban a un grupo de periodistas españoles en Tindufi "Tras 10 años de guerra, tiene que haber. un entendimiento entre Marruecos y la RASD". El riesgo de que el foco del Sáhara pueda proyectarse al resto de la zona no fue descartado por dichas fuentes. El presidente de la RASD, Mohamed Abdelazis, basó su análisis sobre la inutilidad de la guerra en el hecho de que "en estos años nadie se ha beneficiado del Sáhara, ni ha sido posible estabilizar la monarquía de Marruecos".

El papel de la mujer

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Sin la experiencia de este litigio, posiblemente los saharauis no habrían avanzado en tan corto espacio de tiempo en la construcción de su Estado. Seguramente la mujer, verdadero centro de atención en los campamentos, repobladora de este desierto ancho y deshabitado y filón de una nueva sociedad que aún educa a sus hijos en español, no habría tenido nunca toda la responsabilidad. Las mujeres no reprimieron sus estridentes you-yous al ver entrar en la wilaya de Aaiún, el 18 de octubre pasado, a los 21 estudiantes saharauis que escaparon de Tánger y Tetuán y pidieron asilo en Ceuta. Entre ellas, una española, Gurutze, de Guipúzcoa, enfermera, que convive con los saharauis desde la descolonización. Guesmula Ebbi, secretaria general de la Unidad Nacional de Mujeres Saharauis, afirma que el trabajo administrativo y político asumido por dicho sector de la población es fruto de un proceso espontáneo de conformación del Estado, en el que la práctica asigna al hombre el papel de combatiente en el frente y a la mujer la sitúa en la retaguardia, donde desarrolla su función procreadora.La conciencia de ser el único país árabe y el segundo de África que habla español rige el sistema educativo aplicado. En la escuela nacional Nueve de Junio, un niño de nueve años diferencia entre el sustarifivo concreto y el abstracto en una frase escrita en español sobre la pizarra, ante la atenta vigilancia del profesor, que le corrige la pronunciación. La educa ción en el desierto es ajena a los hechos: el niño debe imaginarse los. La falta de materiales didácticos, recreativos y audiovisuales reduce muchas veces la lección al lápiz y al cuaderno. La ración de cultura ha ido aumentando en los últimos años, si bien la alimenticia sigue siendo un grave problema, dada la escasez de leche y compota para los niños. Con todo, el director del hospital Pro vincial, Martín Hurma Haidar (funciona un hospital en cada wilaya o provincia del Aaiún, Smara y Dahla y un dispensario en cada nivel de salud), citó como enfermedades más comunes las diarreas y las afecciones respira torias. Los campamentos viven movilizados para una guerra de la, que son retaguardia y se organizan para el retorno.

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