El punto de vista del espectador
Retratar lo que se ha convenido en llamar american way of life y el sustrato sentimental en que se sostiene no debe ser fácil cuando un cineasta como Woody Allen confunde a Mia Farrow con una réplica escapada de Sueños de seductor, de manera que el modelo y la mitomanía de una generación acaba por extenderse casi toda una centuria. Sin embargo, si nuestra atención prescinde del poder de convicción que destilan las sombras de la pantalla y busca en la literatura y en su historia la crónica de la realidad, lo que encontramos es distinto y, a menudo, más comprensible. Así, aunque la Julia de Fred Zinnemann sea un filme estimable, su narración poco tiene que ver con la interpretación que podemos hacer de los textos de Hammett o Hellman o de sus minuciosos biógrafos americanos.Malcolm Cowley, historiógrafo de la generación de escritores estadounidenses surgidos durante el primer cuarto de este siglo, explica, en su Retorno de los exiliados, como Cummings, Green, Hemingway, Dos Passos, Crosby, Wilson o Hammett, aprendieron a desarrollar en su literatura lo que se ha definido como "el punto de vista del espectador" a partir de sus experiencias en la I Guerra Mundial. El campo de batalla, en el que estuvieron presentes conduciendo ambulancias o prestando servicios médicos, representó "un curso de formación parauniversitaria en el extranjero para toda una generación de escritores". Ahí, continúa Cowley, aprendieron "a hacer el amor, a ser todavía más irrespondables, la valentía, la extravagancia y el fatalismo, a temer el aburrimiento más que a la muerte". Una vez en Estados Unidos, ese "punto de vista del espectador" encontrará su aplicación literaria, impregnará de behaviorismo la seca y cortante prosa de muchos de ellos. Hammett, al margen de los problemas derivados de su nueva mala salud, será quizá el único que no se conforme con llevar una vida de espectador lúcido y privilegiado. El Jason Robards de Julia, tan educado y elegante, es una versión hemingwayana del personaje.
Si la mayor parte de los estadounidenses voluntarios para el servicio de retaguardia descubrió con alegría que en la Europa de los años veinte ellos eran millonarios con sólo unos pocos dólares, pudiendo vivir a un ritmo y de una manera que acabarán con el crack del 29, esa mayor parte no incluye a Hammett. Si antes había sido maquinista en la compañía de ferrocarriles de Baltimore y detective de la famosa Agencia Pinkerton, ahora, una vez salido del hospital, volverá a vigilar a maridos adúlteros hasta que la venta de sus textos comience a ser rentable. Pero su condición de cronista, de espectador, no le impide adoptar una militancia política bien conocida que, años más tarde, le habrá de llevar a la cárcel y a la ruina, compartida entonces con Lillian Hellman, víctima también de las listas negras.
La pasión de la razón hizo que la pareja se comprometiera con la causa republicana durante la guerra civil española o que Hellman visitara Moscú durante la II Guerra Mundial, que sus obras pintaran una sociedad en la que la violencia mandaba o en la que el puritanismo y la maledicencia perseguían la reputación de la gente. Todo esto es posible rastrearlo en Julia, aunque hay que seguir las indicaciones que nos da la propia Lillian Hellman cuando explica lo que significa la palabra pentimento: lo que esconde la superficie brillante a veces contradice lo que veíamos, lo modifica y lo enriquece.
Abusivo Louis de Funes
En Caídos sobre un árbol, escribe J. Batlle Caminal, tenemos, en dura competencia, al Louis de Funes contenido de sus comienzos y al dislocado payaso de sus peores gendarmes. Esa falta de unidad reina no sólo en el cómico, sino en toda la película; película, por cierto, que parte de una atractiva base: el coche de los protagonistas cae por un vertiginoso precipicio, quedando suspendido sobre un inesperado árbol. Allí pasarán muchas horas y lluvias y hambres y otras necesidades biológicas. Un buen tema de comedia que halla sus tres o cuatro gags notables, pero también una falta de ritmo grave y un dibujo de personajes algo bobalicón.Caídos sobre un árbol se emite hoy, a las 16.05, por TVE-1,y Julia, a las 22.30, por TVE-1.
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