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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un trabajo de aficionados

Nos quejamos de vicio. Decimos que el disco de jazz español está muy mal, cuando lo que ocurre es que el disco de jazz es una cosa peregrina. En estos tiempos en que se está siempre con la profesionalidad a vueltas, el disco de jazz es el prototipo del negocio para aficionados. Las aventuras discográficas principales del jazz han sido siempre obra de forofos. Piénsese en Alfred Lion y Frank Wolff, responsables de la gran aventura de Blue Note, un sello discográfico que se echó a perder, significativamente, cuando fue vendido a la industria como es debido.

Piénsese que en todos los renacimientos de Blue Note aparece la labor de rata de archivo de otro incondicional, Michael Cuscuna.

Grabaciones únicas

Recuérdese que, si no hubiera sido por Orrin Keepnews, no se hubiera grabado la mejor parte de las obras de Wes Montgomery, Sonny Rollins y un pianista a quien en los 50 se tenía por raro y poco comercial, Thelonious Monk; que, de no ser por Keepnews, no tendríamos ni las grabaciones de Monk con John Coltrane, ni las sesiones de Bill Evans en el Village Vanguard, con Scott LaFaro y Paul Motian.

Y no se olvide que el mejor estudio de grabación que ha tenido nunca el jazz estaba en el domicilio de Rudy Van Gelder, en el cuarto de. estar.

Sí, claro, sería deseable que el disco de jazz estuviese sostenido por una, industria profesional. Pero también es de celebrar que, gracias a su empeño. en ir por libre, el disco de jazz inventase una nueva forma de arte, el diseño de portadas, y diera en ella su primera oportunidad a Andy Warhol o el estupendo David Stone Martin, a quien dedicó Boris Vian un elogio profético. O que nos llegase en las notas de contraportada de discos la literatura llena de swing de gente como Ralph J. Gleason y Nat Hentoff.

Los entusiastas

¿Discos de jazz en España? Pues nunca han andado bien, pero la verdad es que tampoco han faltado. Y menos ahora, cuando por aquí los entusiastas proliferan, y gracias a ellos han surgido empeños como Jazz Stop, lo más serio que se ha hecho en España en materia de divulgación del jazz.

O como Fresh Sound, obra de unos aficionados catalanes que, a poco de empezar con ediciones facsímiles de discos del estilo west coast, ya estaban en la Costa Oeste americana, haciendo discos con el octeto de Dave Pell.

A las casas grandes el disco de jazz les cae simpático a primera vista. Luego se ponen a pensar en lo que realmente les da dinero, y en la mayor parte de los casos prescidende diversión tan exótica, sobre todo porque los que están locos por ella no hacen más que andarse con cominerias.

También, quejarse de que la información de las ediciones españolas es insuficiente, los comentarios están mal traducidos pero ¿quién puede saber lo que significa straight, no chaser, o three to the bar?- o el disco es viejo y ya se lo ha comprado todo el mundo fuera. Pero tampoco pasa nada porque las casas grandes dejen el jazz por imposible. El disco de jazz es cosa de coleccionistas maniáticos, y aquí también hay de eso.

Además, en los últimos. tiempos han conseguido contagiar su entusiasmo a Cajas de Ahorro, ayuntamiento y otras salvíficas entidades, con lo que hasta se graban discos de los músicos de aquí. No todos los deseables, porque ahora en España hay mucho jazz y muy bueno pero algo es algo, y en peores nos hemos visto.

'Jazz' entre amigos se emite hoy a las 22.30 por TVE-2.

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