Un viaje de ida y vuelta
El proceso de unificación de militantes de USO en CC OO que se llevó a cabo en la primavera de 1980 estuvo salpicado de avatares, acusaciones y descalificaciones entre los que habían decidido su marcha y los que permanecieron en la organización. Manuel Zaguirre, secretario general de USO, llegó a calificar de sinvergüenzas a los escisionistas. Por su parte, los disidentes acusaron al sindicato de haberse vinculado a la UCD y a la patronal.Esta escisión era ya la segunda que se producía en USO. Anteriormente, un amplio sector de la organización, encabezado por José María Zufiaur, se había integrado en UGT. En esta ocasión era José María Corell, secretario de relaciones políticas y sindicales de USO, la persona que lideraba el movimiento de integración en CC OO.
Un consejo confederal extraordinario celebrado en Comisíones en mayo de 1980, con el resultado de 190 votos a favor, siete en contra y tres abstenciones, dio el espaldarazo a la entrada de los socialistas autogestionarios en esa central. En la misma reunión se decidió que Corell, María Paz Pardo y Vicente Campos -todos ellos provenían de USO- se incorporaran de inmediato al secretariado. Además, estos tres dirigentes y otros dos más, Juan Molina y José Molina, pasaron a la ejecutiva.
Para la admisión de los antiguos militantes de USO, CC OO hubo de modificar sus estatutos, permitiendo la existencia en su seno de "corrientes sindicales con plena capacidad de expre sión pública". Según el docu mento aprobado para esta ocasión, se establecían unas condiciones para la existencia de corrientes, entre otras, "no estar organizada dentro de CC OO como una organización dentro de otra", y "no atentar contra la unidad los principios, estatutos y programa de la confederación". Se prohibía, además, la disciplina de voto y la corriente debía ser aprobada en un congreso ordinario o extraordinario, a propuesta de la cuarta parte de las federaciones de industria o de las uniones territoriales. El paso de militantes de USO a CC OO se produjo en escasos meses. Prácticamente entre marzo y abril de 1980. El 25 de marzo, la USO del País Valenciano celebró un congreso extraordinario en el que 315 delegados que representaban a 35.000 afiliados aprobó por mayoría desconfederarse de la USO e iniciar un proceso de fusión en CC OO. Cuatro días después la USO de Madrid tomaba la misma decisión. El proceso quedó definitivamente cerrado cuando el 1 de abril se publicaba un comunicado suscrito por dirigentes de la organización encabezados por José María Corell, como representante de la corriente socialista autogestionaria, en el que se explicaban las razones del abandono de la USO y se recomendaba la integración en CC OO. Cinco años y medio después José María Corell recoge sus cosas y se marcha a casa.
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