Arantxa Sánchez Vicario
Sus padres planificaron su vida para convertirla, a los 13 años, en la campeona más joven del tenis español
Arantxa Sánchez Vicario es una niña de 13 años -cumplirá 14 el próximo 18 de diciembre- que duerme abrazada a un oso de peluche y vive rodeada de raquetas. Es la menor de una familia de cuatro hermanos que se dedican al tenis: Marisa, Emilio, Javier y Arantxa. El pasado domingo, en Granada, se convirtió en la campeona de España más joven de la historia. Ayer volvió al Colegio Alemán de Marbella donde, tras acabar la EGB el año pasado, estudia inglés y alemán y se entrena con el holandés Eric van Harpen.
Emilio Sánchez Vicario, su hermano mayor, también fue el campeón masculino de España más joven al ganar el título en 1983 con 17 años. Emilio siempre ha sentido devoción por su hermana. "A mí me están saliendo bien las cosas", suele decir, "pero la que es buena de verdad es mi hermana pequeña". Arantxa ha sido la privilegiada de la familia. Mientras sus hermanos se iniciaron en la natación y luego se pasaron al tenis, Arantxa comentó a andar apoyada en una raqueta.Arantxa ha tenido suerte. Emilio y sus hermanos han pasado muchas horas enseñándole los trucos planificado sus estudios y su carrera con la experiencia adquirida con los mayores. Arantxa, por ejemplo, se benefició de los consejos de Andrés Gimeno, que consiguió para ella una beca de La Caixa. Andrés Gimeno, que levantó el tenis femenino en Suiza mientras era ignorado por la federación española, sólo le ve un punto débil: "Es tan superior a las españolas de su edad, gana tan fácilmente, que cuando juega ante una extranjera difícil es capaz de poner cara de enfadada y pasar del partido".
Mientras crece y abre los ojos para aprehender todo lo que ve a su alrededor, Arantxa contesta con desesperantes monosílabos a todas las preguntas. "¿Estás contenta?". "Sí". "Cuando no juegas al tenis, ¿qué haces, jugar a cartas o leer?". "Sí, jugar a cartas o leer". "¿Nada más?". "Bueno, a veces juego al fútbol o me baño en la piscina". "¿Qué hermano te ha enseñado más?". "Emilio". "¿Por qué?". "No sé, porque es el que sabe más". Pero esos monosílabos pueden engañar a quien no la conozca. No es una niña tírnída, y no se corta a la hora de repartir órdenes. Ahora su cara y su mínima estatura serán conocidas por todo el mundo. En el último Godó ocupó muchos planos en televisión, y nadie la conocía. Era una de esas recogepelotas que apenas rebasaban la red, vestidas con la minifalda del uniforme publicitario, y que corrían de un lado a otro en busca de las bolas de Wilander o Tulasne.
Arantxa sabe cuál va a ser su futuro. Quiere ser una tenista profesional y cuanto antes. No sabe muy bien las nuevas reglas que le impedirán jugar en los torneos internacionales hasta los 16 años. Tampoco sabe el motivo de esa regla: evitar que niñas precoces, como ella, acaben incapacitadas para el tenis a los 19 años, como les sucedió a Tracy Austin y Andrea Jaeger.
La pequeña de los Sánchez Vicario no quiere ser como ellas. A Arantxa le gustaría jugar como Chris Evert, aunque admira a Martina Navratilova, "pero parece un hombre". Su apellido parece traer buena suerte. Emilio es campeón de España masculino. Javier, el tercero, es el mejor júnior español. Arantxa ha sido la única que ha hecho llorar a su madre tras ganar una final: "Es tan pequeña...".
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