_
_
_
_
Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un Western épico

La contribución del cineasta vienés Fritz Lang -uno de los forjadores del estilo expresionista alemán en la zona crepuscular del cine mudo y la aurora del sonoro a la historia grande del cine norteamericano es difícil de delimitar, a causa de su vastedad, complejidad y sutileza.La adaptación del este singular creador, uno de los de más acusada personalidad de la historia, a las formas genéricas, aparentemente las más transparentes, codificadas e impersonales, del cine de Hollywood en los años treinta y cuarenta, fue tan sincera, tan absoluta, que muchas de sus películas realizadas en esta época se convirtieron en modelos de los géneros donde fueron encasilladas.

Desde su genial Furia, de 1936, primera película en Hollywood de Fritz Lang, hasta La sombra de una duda, que fue en 1958 su prematuro canto de cisne en los Estados Unidos, hay en su filmografía muchos ejemplos de obras de género, sobre todo del detectivesco thriller, del cine negro -de los que TVE nos ofrecerá pronto magistrales ejemplos, como El ministerio del miedo, de 1944, y La gardenia azul, de 1952- y, por supuesto, del western.

Espíritu de conquista, cuyo título original es Western Union, fue realizada por Lang en 1941. Dos años antes, en 1939, había dirigido otra película del Oeste, El retorno de Frank James, que conforma, por debajo de la disparidad argumental que hay entre uno y otro filme, una especie de unidad de estilo que es útil para desvelar algunos aspectos accesibles de la, en su esencia, indefinible aportación de Fritz Lang a la historia del western, que alcanzó su cima 10 años más tarde en Rancho Notorius.

Ejercicio de anticipación

Bertrand Tavernier expuso en qué consiste el carácter indefinible de la contribución de Lang al cine de Hollywood. Escribió el cineasta francés: "A medida que se fue afianzando -en los géneros-, el estilo de Lang fue progresivamente rechazando las indagaciones críticas". Fue una paradoja de este tipo: a medida que la singularidad de Lang se diluía en las formas genéricas, su cine se hacía cada vez más singular. De otra manera: siendo exteriormente sus filmes cada vez más iguales a los de la producción uniformizada de Hollywood, se hacían interiormente cada vez más resistentes a esa uniformidad, más distintos.Espíritu de conquista arroja luz sobre esta paradoja. Es un western épico casi químicamente puro, en el que se exalta la hazaña del tendido de líneas de correo y telégrafo a través de las inmensas distancias de las praderas del Oeste. Todo su discurso es de aire limpio. La cámara no se percibe, el pronunciado estilo del cineasta. se diluye en la diafanidad de la acción. Y, sin embargo, a medida que el filme avanza va adquiriendo una difícil de expresar, casi inefable, distinción: es un western como los otros, pero no es un western más.

¿Qué es, cómo se percibe esa distinción? En dos rasgos, sutiles pero muy enérgicos, del filme: su despojamiento de toda tentación ornamental, una austeridad casi mágica que deja al desnudo la dinámica interior del relato. Y éste, que comienza a discurrir entre cabalgadas trepidantes y espectaculares, se inclina poco a poco hacia una galopada interior de pausado y hondo ritmo. Y una de las claves de la futura interiorización del western, que es el signo de su madurez, llegó de la mano de este exiliado austriaco, que hizo de los rostros estereotipos de Randolph Scott, John Carradine y Robert Young en este filme un brillante ejercicio de anticipación de conquistas formales posteriores.

Espíritu de conquista se emite hoy a las 16.05 en TVE-1.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_