Las cooperativas agrarias, una solución posible a las guerras de precios en el campo
Las guerras de precios que han protagonizado los agricultores durante los últimos años, con acciones espectaculares de arrojar sus productos por carreteras y ciudades, no han servido tanto para solucionar problemas económicos concretos como para consolidar determinadas posiciones sindicales. Según un líder agrario de La Rioja, "en un porcentaje muy alto, las guerras de precios están condenadas a fracasar. Ante la experiencia con los Gobiernos de UCD y el PSOE, los sindicatos buscan un cambio, de estrategia en los conflictos de precios, forzando una reforma de las estructuras agrarias a través de las cooperativas.
En el año 1977 se produjo la primera tractorada, o salida masiva de los tractores a las carreteras, que anunciaba formalmente el nacimiento M sindicalismo agrario libre. La consecuencia inmediata fue una concentración de la oferta y la posibilidad de negociar conjuntamente mejores precios con el primer eslabón de la cadena de comercialización: almacenistas o conserveros.Este año, después de una corta y dura guerra del espárrago, que se liquidó casi al grito de "sálvese quien pueda" entre los agricultores, presionados por la caducidad del producto y por la falta de unidad, varios pueblos de La Rioja baja dan el paso hacia la tansformación y comercialización directa de su producto en el mercado. Nacen así las cooperativas de comercialización de Arnedo, Quel y Alcanadre, que se vienen a sumar a otras ya existentes.
"En plena euforia de la guerra del espárrago nos planteamos", señala Emilio Barco, socio de una de estas cooperativas,"que la única solución al conflicto de precios era la venta directa del producto; poder comercializarlo a lo largo de todo el año".
"El primer paso", señala Emilio Barco, "fue alquilar las instalaciones de una empresa conservera para enlatar el espárrago. Paralelamente se inscribieron varias marcas en el registro; una de ellas El Piquete, en recuerdo de la última movilización. La producción de las tres cooperativas se ha vendido ya casi completamente al por menor a través de grandes empresas o de colectivos profesionales a un precio que, satisfaciendo la demanda inicial de los agricultores y capitalizando la cooperativa, resulta inferior en un 40% al del resto del mercado.
El salto cualitativo entre la concentración de la oferta y la venta directa ha tropezado con varias dificultades, aunque la principal de ellas ha sido la impotencia de las nuevas cooperativas para ordenar los cultivos y regular el mercado. Según el consejero de Agricultura de La Rioja, Javier Ruiz, "estas nuevas cooperativas surgidas en los últimos años representan aún un pequeño porcentaje sobre la producción total, por lo que su incidencia en el mercado no es muy fuerte, aunque su efecto demostrativo para el resto de los agricultores es manifiesto". Concretamente, su porcentaje de participación en la producción total está, según los productos, entre el 5% y el 10%, lejos aún del umbral de incidencia sobre la fijación de precios, que se puede situar a partir del 20%.
Ordenar los mercados
A esta debilidad se debe que el último conflicto de la patata haya supuesto para las dos cooperativas de la UAGR en Santo Domingo de la Calzada un paso atrás en su pretensión de ordenar el mercado, según su principal responsable, Antonio Ortiz de Landázuri. "La falta de medidas políticas, teniendo en cuenta que no pedíamos dinero, y la falta de organización de los agricultores nos han demostrado que tenemos que optar por otra vía". "Defender a los agricultores individuales en años rnalos", añade Ortiz de Landázuri, "es imposible porque se perjudica a las cooperativas".Las perspectivas abiertas con la entrada de España en la CEE, donde el programa agrícola comunitario plantea la congelación o incluso el descenso de los precios agrarios, han encendido la señal de alarma para las organizaciones agrarias españolas sobre la necesidad de una política de estructuras en lugar de la tradicional política de precios con vistas a la captación del valor añadido.
La enseñanza práctica de los últimos años indica que, a menos que se tenga una fuerza de presión sobre la totalidad o buena parte de la producción o bien se puedan saltar los eslabones de la cadena comercial, las guerras de precios estarán perdidas de antemano.
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