El melodrama que lanzó a Rock Hudson
TVE emite hoy Sólo el cielo lo sabe, un melodrama de gran éxito en 1955, dirigido por el gran especialista del género Douglas Sirk -un excepcional cineasta alemán afincado en Hollywood desde los años treinta- y protagonizado por Rock Hudson y Jane Wyman, ambos también especialistas en personajes lacrimógenos.En la vida profesional de Rock Hudson, este filme significó mucho. Su carrera había discurrido, desde sus primeras incursiones como actor secundario en filmes de Raoul Walsh y Anthony Mann, por las peligrosas zonas fronterizas del estrellato, pero sin entrar abiertamente en el territorio de éste.
Hudson atravesó estas fronteras precisamente en un filme de Sirk para la Universal, realizado en 1954 y titulado Obsesión, un melo intenso y admirablemente hecho, en el que intervino también Jane Wyman -primera esposa de Ronald Reagan, y eficaz bordadora de almíbares, que había obten¡do, por provocar un baño adicional con lluvia de lágrimas sobre las secas praderas, un Oscar por su Belinda.
Pero a punto estuvo de retroceder -y esto es mortal en las carreras de velocidad hacía los cielos de terciopelo- con otro mal enfoque de su carrera, que tuvo que ser nuevamente enderezada por Sirk en Sólo el cielo lo sabe, un melo de menos densidad que Obsesión, pero dotado de la enorme altura formal que para él supuso estar caligrafiado por Sirk.
Bajo la pacata historia de unos delicados amoríos entre una viuda aristocrática, con un inefable deje provinciano y algo cursilona, y un sobrio hombre de campo -no por cierto un sarmentoso labriego, sino un bello campestre de revista en papel couché para sacamuelas de lujo-, que topan contra el tabú de las leyes del clan familiar de la dama, se puede descubrir en este filme un ejercicio de virtuoso de imágenes de doble lectura, aparte de una cadencia erótica subterránea muy interesante para los buceadores de sexualidad oculta en ciine casto.
El filme es menor, pero debe considerarse digno epílogo de Obsesión y preludio de otra obra maestra, Escrito sobre el viento, además del encuentro de Hudson con su mejor filón profesional.
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