Criaderos de rinocerontes
La polémica ha llegado a los propios sectores de la caza. En ellos no se debate entre la caza sí o caza no; la pregunta es ¿quién debe cazar y cómo? En Andalucía y Castilla-La Mancha, principalmente, los simposios y las mesas redondas se suceden. La caza no da para todos. Del millón de cazadores, la mitad no tiene oportunidad de apuntar ni siquiera a una perdiz.De momento no hay respuestas concretas. Mientras los dueños de las tierras quieren que la caza sea afición de ricos para arrendar sus terrenos a buen precio, los cazadores, según sea su posición social, discuten la propiedad de las especies.
Los cazadores modestos ínvaden los cotos; los pudientes, acaparan terrenos. En los pueblos hay matrimonios de convivencia porque a veces la boda supone acceder al coto local. Los agricultores envenenan las tierras para que la caza no se coma la cosecha, pero los propietarios de esos campos quieren que haya caza porque venden a mejor precio el bando de perdices que la tonelada de trigo.
Son tantos los intereses que confluyen en la caza, que ésta se ha convertido en una actividad polémica entre sus propios practicantes. Nadie se encuentra conforme. Por otro lado, los grupos ecologistas empujan. Es un rnomento éste crítico para la caza, que aprovecha el momento para derivar hacia otros terrenos más comerciales y artificiales.
Hace años se crearon las granjas de caza. El cazador entra, compra media docena de perdices, pide que se las suelten, espera media hora y sale a cazarlas. No hay problemas ni conflictos. En media mañana ha engañado su afición y traicionado el espíritu de la caza. Es un camino abierto hacia el futuro. En Estados Unidos ya han superado esa etapa. Ahora cazan leones y rinocerontes.
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