Los trabajadores de Euskal Telebista suspenden su huelga intermitente

El comité de empresa de Euskal Telebista acordó ayer, tras la celebración de una asamblea, desconvocar la huelga intermitente que venía manteniendo su plantilla, compuesta por 200 trabajadores, desde el pasado mes de abril. La decisión, que tendrá efecto a partir del lunes, es consecuencia del acuerdo alcanzado con el nuevo director general, José María Gorordo, que se ha comprometido a retirar las cerca de 50 sanciones existentes y a renegociar el resto de las reivindicaciones.En el desarrollo de la huelga, prolongación de otro conflicto registrado a comienzos de año, han influido, junto a los aspectos laborales, factores de naturaleza política. Pero más allá de cualquier consideración laboral o política, la huelga ha venido a confirmar la grave crisis de identidad que aqueja al proyecto mismo de una televisión autónoma exclusivamente en lengua vasca.

Dicho proyecto constituyó durante años, junto a la reivindicación de una universidad pública vasca, la principal aspiración, en el terreno cultural, de todos los sectores opuestos al régimen franquista.

Quizás por ello, el modelo monolingüe elegido por la televisión vasca no encontró inicialmente mayor oposición. Incluso dio la impresión, en un determinado momento, de que la audiencia lograda por el nuevo medio -superior incluso al porcentaje de vascohablantes (26%) de la comunidad autónoma- demostraba tanto la idoneidad del modelo como su positivo impacto social.

Esas impresiones se han desvanecido. Pasada la expectación del primer momento, los niveles de audiencia descendieron drásticamente. Hasta el punto de que quizá lo más significativo de la huelga ahora finalizada haya sido la indiferencia con que el conflicto ha sido seguido por la población: muy poca gente ha echado en falta los programas suprimidos (toda la programación de los domingos y lunes durante cerca de seis meses)

Igualmente significativo es e hecho de que prácticamente ninguna voz se haya elevado en estos meses para exigir del Gobierno vasco que saliera de su deliberada inhibición ante un conflicto que afectaba a un servicio público cuyo presupuesto para 1985 ronda los 4.000 millones de pesetas.