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Cardús, el sabor del asfalto

Carlos Cardús se convirtió hace un par de años en una de las grandes esperanzas del motociclismo español. Junto a Sito Pons, estaba llamado a ser el relevo de las figuras de siempre, Nieto y Tormo, y a romper el tópico de que los españoles sólo andan con motos pequeñas. En poco tiempo, Tiriti demostró que puede ir más de prisa que nadie; pero, para su desgracia, esta temporada se ha labrado la reputación de ser el piloto más rápido del mundo en rodar por el suelo. De los 12 grandes premios que ha disputado, ha finalizado en cuatro -todos ellos con puntuación-, se ha caído en seis y ha abandonado en dos.

Hablar de Carlos Cardús es hablar de Jacinto Moriana. Hace ya bastante tiempo que el máximo responsable de la escudería JJ Cobas se convirtió en una especie de padre para el piloto catalán. El equipo giraba exclusivamente en torno a Tiriti y para Moriana, todo lo que hacía su piloto estaba bien. Pero el tiempo de eterna promesa se le terminó un día y en el equipo empezaron a tratarle como lo que es: un piloto profesional. El propio Cardús reconoce que sus relaciones con Moriana han cambiado: "La amistad que había antes ya no es posible, al menos, no de la misma manera. Nos movemos dentro de un equipo profesional y las relaciones son más tirantes".Esta temporada, JJ Cobas se las prometía muy felices: contaba con un fuerte apoyo económico, tenía una máquina potente y ágil, salida del lápiz genial de Antonio Cobas, y para conducirla a la victoria estaba contratado un piloto que había demostrado sobradamente su valía. El resultado final, un 12º puesto en el Campeonato del Mundo de 250cc, no podía satisfacer a nadie porque se esperaba mucho más.

Los problemas de Cardús no han hecho más que empezar. A pesar del interés de todos los protagonistas en negarlo, la prueba del pasado domingo en el Jarama era una auténtica reválida para el piloto. Y Cardús suspendió también en el examen de septiembre. "No sé lo que me ha pasado. Yo venía a ganar, pero me ha vuelto a salir mal", manifestó Cardús. La reacción de Moriana no se hizo esperar: "Estamos manejando una serie de nombres y posibilidades para la próxima temporada, pero lo único seguro es que Cardús solo no va a seguir de ninguna manera".

A su escudería, lo mismo que a los aficionados, les cuesta mucho comprender la facilidad con la que besa el asfalto un piloto que ha puntuado, con un séptimo como peor puesto, en las cuatro únicas pruebas del Mundial que ha conseguido terminar encima de su máquina. Un piloto de su experiencia y palmarés no puede tener problemas tan graves de conducción, por lo que todo apunta a una cuestión psicológica. Su lema preferido parece ser: "O primero o nada". Y lo peor es que la mayoría de las veces opta por lo segundo. Su explicación de por qué no consigue mantener el equilibrio es muy sencilla : "Son los riesgos que supone estar delante".

Todo demasiado fácil

Se le ha acusado en muchas ocasiones de no tomarse el motociclismo en serio, de confiar excesivamente en sus posibilidades, de fanfarrón, en suma. Cardús lo ha tenido fácil: una familia acomodada, un patrón como Moriana dispuesto a defenderlo de todo y de todos y el apoyo decidido del gran mito viviente del motociclismo español: Ángel Nieto. Al parecer, no ha sabido asimilar tantas facilidades y de ser el gran Tiriti, ha pasado a convertirse en Carlos Wojtila, porque se dice que besa el suelo más que el Papa.Seis veces ha hincado la rodilla en tierra durante esta temporada. Su particular Vía Crucis se inició en el circuito del Jarama, ante un público incondicional que vive todo el año con la ilusión de ver a un piloto español en el podio. Se cayó en la quinta vuelta y cubrió de silencio el Jarama. Era la primera vez.

La segunda caída se produjo en el circuito de Mugello, durante el Gran Premio de Italia. Una avería en su moto dio con los huesos de Cardús en el suelo y le produjo una seria lesión en un pie, que le obligaría a abandonar en Austria. Yugoslavia fue el escenario de su tercera caída cuando faltaba mucha carrera por delante y rodaba cuarto, con comodidad.

Dos semanas después, el santuario del motociclismo mundial -el circuito de Assen (Holanda)- vio caer de nuevo a Cardús. Fue a la salida de una curva, cuando la maniobra ya estaba hecha y lo más difícil parecía perder el equilibrio.

Los frenos tuvieron la culpa de la quinta caída, en el circuito francés de Le Mans. Y su sexto masaje se produjo en Silverstone (Reino Unido), sin explicación posible.

La última caída de su JJ Cobas, quizá la definitiva, sucedió el pasado domingo en el circuito del Jarama. No fue por fallos mecánicos ni por culpa de otro piloto. Simplemente: a Cardús le gusta el sabor del asfalto.

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